Isidro López-Aparicio A, B, C A, B, C Asnos, Burros, Creamos A, B, C A, B, C Asnos, Burros, Creamos A, B, C A, B, C Asnos, Burros, Creamos No existen alternativas, para verlo solo tienen que ir a cualquier aeropuerto: nos ponen en fila, nos hacen identificarnos, nos separan según categorías, nos quitan cualquier ropa sospechosa: botas, cinturones (para que se nos caigan los pantalones), relojes (solo por ese momento, hay que seguir sometido y controlando el tiempo), nos chequean, nos controlan, nos entorilan, nos anteojan (controlando nuestros ojos, sin poder parar a mirar opciones)… Sumisión, sumisión, sumisión. Solo queda ser servil y diligente: para que pase cuanto antes las personas compiten en mostrar su eficiente adiestramiento: burros mansos, burros eficientes, burros que transportan sus mercancías… Y la gran fuerza que hace que todo funcione es el MIEDO: el miedo justifica que nos protejan de nosotros mismos. Nos meten en un ritual de domesticación de sumisión: para nuestro bien. Sumision, sumisión, sumisión… Cualquier evento trágico es la excusa perfecta para someter a las masas, ya no hace falta aplicar la fuerza para esclavizar, es mejor transmitir el miedo como una amenaza de forma que se les haga obedecer. Si se usa la fuerza directa entonces el burro también puede responder con violencia: acción-reacción. Los poderes han decidido ser los que desde los medios de comunicación difunden el miedo al tiempo que también nos protegen. Gobierna quien es capaz de infundir miedo para así someter al pueblo y hacer que obedezca. Y que mejor que escenografiarlo en grandes colas de control. La crisis dio paso a la creación de la esclavitud del siglo XXI: Las personas son cautivos de sueldos paupérrimos a los que se les da “la zanahoria del viaje como paraíso”. Pero el viaje es la oportunidad perfecta para el adoctrinamiento, para el performance del control: ¡¡la ceremonia de la sumisión!! Cada vez más regulada, cada vez más severa, más humillante, quítese sus vestimentas, acarree sus maletas, revisemos sus pertenencias… ¡Los asientos muy pegados!, si alguien quiere poder decidir tiene que pagarlo con el dinero del sudor de su trabajo: diferencias de trato entre los esclavos… ¡y los asientos cada vez más pegados…! ¡Cuánta manipulación, cuánta mentira!, los venden como el acceso asequible al paraíso y es una industria de ingresos para las grandes compañías. Ahora se prueban bancos para que los pasajeros viajen “de pie”, apelotonados aprovechando al máximo el espacio: barcos de esclavos complacientes que no se dan cuenta que no viajan al paraíso sino que son los niños del cuento de pinocho que el cochero lleva con promesas al País de los Juguetes para convertirlos en burros. Un ejemplo más de la gran mentira social, en la que los grandes poderes quieren a la sociedad “asnada/esclavizada”: trabajadores sometidos en la precariedad. Los obreros que producen suficiente acceden al viaje al paraíso, que comparten en las redes sociales, sin darse cuenta que viajan al País de los Juguetes. Los trabajadores son reeducados en ceremonias de resignación en grandes colas en los que acarreando maletas se les despoja de su dignidad y con la amenaza de un miedo insuflado se someten al control para ser protegidos de ellos mismos, convertidos en burros resignados. ¿Será la única esperanza para ser libres que nos quiten tanto que nos quiten hasta el miedo? Este escrito fue realizado por Isidro López-Aparicio, que nació en 1967
cuando Paul y Betsy Hutchins fundaron la Sociedad Americana del Burro y la Mula, una organización dedicada a la protección y entendimiento de los “orejas largas”.
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Desde el Seminario de Asnología, queremos dar las gracias a los asistentes al congreso. Y especialmente a los esforzados cargadores. A aquellos que aparecen en las fotos y a los que no aparecen, generalmente por haber realizado su acción en la parte que suele ser menos agradecida, la de atrás. Fotos de Anna Gimein, Sami Khalaf y Mario Gutiérrez Cru. |