LA CARGA DE LAS MUJERES Anna Gimein Estos apuntes no pretenden hacer reivindicaciones de género. Sin embargo, me parece que tiene interés pensar en el trabajo de las artistas que involucran llevar cargas pesadas e incómodas, ya que las lecturas de la acción de cargar ejecutada por alguien del “sexo débil” quizás nos lleven a lugares distintos. Esta va a ser la única gracia, así que reíros ahora. Estoy segura de que existen trabajos interesantes que desconozco relacionados con el tema; sin embargo, en mi radar tengo los suficientes para empezar a pensar, y no pretendo más. Dada su resonancia con temas reivindicativos muy actuales, parece de rigor hablar de Carry that weight (Llevar aquella carga), la acción de una estudiante de artes visuales de mi universidad, en Nueva York, que se hizo internacionalmente famosa. Desde septiembre de 2014, Emma Sulkowicz cargó con un colchón de unos 23 kilos a donde sea que fuera dentro del campos de la universidad de Colombia; un colchón idéntico a aquél de un colegio mayor en el que alegó haber sido violada el primer día del año académico 2012, su segundo año de carrera. Digo alegó porque todas las instituciones ante las que presentó acusaciones consideraron que no había pruebas de delito ni “sospecha razonable”, por lo cual los cargos presentados a la policía fueron desestimados por el fiscal del distrito. Sulkowicz pretendía cargar con el colchón hasta que el estudiante acusado fuese expulsado o dejara la universidad de otra manera. Aún lo llevaba (con ayuda de amigas) en la ceremonia de su graduación. La acusación de Sulkowicz involucraba abusos y violación en lo que había comenzado como una relación consensuada. Posteriormente, el estudiante en cuestión fue acusado de vejaciones y agresiones por otras dos compañeras de estudios; una de ellas había estado en una larga relación con él. Fue exculpado en los tres casos. Por su parte, presentó dos pleitos diferentes contra la universidad por permitir el acoso basado en género contra él. Debido a la notoriedad de la acción y del caso tanto en el campus como en los medios, las acusaciones públicas y represalias contra el estudiante y contra Columbia continuaron desde el momento en el que su nombre se hizo público hasta el 2017, cuando la universidad llegó a un acuerdo con él. La acción Carry that weight, frecuentemente llamada Mattress Performance, fue comprendida como una acción artística y también como activismo. Fue su naturaleza reivindicativa y no la artística la que la hizo notoria. Situaciones similares han aparecido en los medios con triste frecuencia, y provocan una comprensible indignación por el tratamiento benévolo hacia los acusados por parte de las autoridades universitarias y la justicia, incluso en casos donde las evidencias no dejan lugar a dudas. Es difícil calibrar hasta qué punto la intención de esta acción, basada en una experiencia dolorosamente personal, fue la de un trabajo artístico, una forma de superar el trauma o un acto activista que encaja con los movimientos contra el abuso sexual y de poder que sacuden muchos países en los últimos tiempos. Por otra lado, la acción de Sulkowicz fue parte del trabajo final de grado. Ha generado controversia en muchas partes de la sociedad, con alabanzas de críticos de arte y las críticas de algunos comentaristas. Entre muchas cosas dichas por Sulkowicz, está la siguiente: "Para mí, la pieza [...] representó [el hecho de que] un tipo me hizo una cosa horrible, y yo traté de crear algo de belleza con ello." Entre muchas cosas dichas por los demás, ya que de la acción han habado desde sus compañeras de estudios a Camille Paglia o Hilary Clinton, están las de Jerry Saltz, que llamó a la performance “pura vulnerabilidad radical” en lo que fue una de las primeras ocasiones en que adoptó el concepto para el territorio artístico, incluyéndola como una de las 10 o 19 mejores shows de 2014 (citado en los medios con ambos números, yo sólo encontré 19). Naomi Schaefer Riley, del New York Post, criticó el trabajo por "avergonzar sin pruebas". Sulkowicz ha sido llamada poster girl del movimiento anti-violación pero el hecho es que ahora es una starlet del siglo 21. También es una artista, habiendo salido de la universidad y entrado en el mundillo artístico de Nueva York por la puerta grande, con todas las correspondientes contradicciones que esto conlleva. Ha exhibido varios trabajos posteriores derivados de la performance o de la violación, como queráis verlo. Sus obras posteriores se centran en su presencia y su cuerpo; hoy día, cuando protesta, lo hace en espacios artísticos y siempre es noticia. En el otro lado del mundo, otra artista hizo un trabajo duracional llevando una carga en el verano del 2016. Katrin Nenasheva cargó con la cama entera, menos el colchón, en espacios públicos de San Petersburgo durante 21 días. La intención del trabajo fue llamar la atención pública sobre la penosa situación en los orfanatos del país y la aplicación de psiquiatría punitiva. Un artículo de The Guardian sobre la acción de la artista incluyó datos que apoyan la apreciación de la situación que hace Nenahseva con datos y citas de profesionales del campo. Por otra parte, cabe mencionar que la acción Segregación de Petr Pavlensky, en 2014, llamaba la atención sobre el uso político de la psiquiatría que se continua haciendo en Rusia. En Na–kazanie (Castigo), el trabajo de Nenasheva, la duración fue determinada por el número de días que se envía a instituciones psiquiátricas “correccionales” a los niños de los orfanatos diagnosticados con “discapacidad mental”. Nenasheva señalaba que el diagnóstico, que se aplica frecuentemente como un castigo y sin motivos objetivos, continúa afectando a estos jóvenes durante el resto de sus vidas. En algunas ocasiones, la artista colaboró con Dmitry Zhdanov, un activista discapacitado. Zhdanov, quien había vivido en un orfanato, quedó confinado en una silla de ruedas tras saltar de la quinta planta de un edificio, desesperado por la situación de hermano, también residente en un orfanato: había sido apaleado por antiguos pupilos del lugar. La causa criminal no prosperó debido a dificultades administrativas. Nenasheva llevaba a Zhdanov en la silla de ruedas, en brazos, cambiaba sus vendas. En diferentes días, ejecutó una serie de acciones en las calles basadas en los castigos acostumbrados en los orfanatos: fregó el suelo de una plaza pública; hizo flexiones con la cama encima; permaneció sobre un sólo pie; pasó un día pinchándose las plantas de los pies con agujas (uno de los métodos para reducir la movilidad de los niños); se ató a la cama, castigo típico en instituciones psiquiátricas estatales. Fotos: archivo de la artista Oficiales del Centro E (Centro para la Prevención de Extremismo) visitaron la habitación de la artista en su residencia del Instituto Literario Gorky, donde estudiaba en aquel momento, pero no la encontraron allí. Considerando el trabajo de estas dos artistas, podríamos volver a aquello que Jerry Salz importó desde los campos de filosofía y sociología al campo artístico, la “vulnerabilidad radical”. Emma utiliza su propia vulnerabilidad vulnerada, haciéndola pública en un esfuerzo que muchos han considerado valiente, entendiéndolo como encaminado a conseguir el bienestar de un grupo, las mujeres. Nenasheva lleva en sus brazos y en su espalda la vulnerabilidad de otros, los más desprotegidos de la sociedad, con el deseo de que la sociedad los proteja o al menos se fije. Es su colaborador el que aporta la vulnerabilidad con su presencia. No doy importancia a la distribución de papeles en este trabajo –que sea una mujer la que cargue con un hombre: es una artista que carga a una persona– pero el esfuerzo se ve acentuado por ser una joven la que carga, como un San Cristóbal femenino o, más bien, como un Atlas que carga con el peso de lo que nosotros, que somos el mundo, somos culpables. Si los dos trabajos anteriores funcionan con el mecanismo de la vulnerabilidad propia y ajena, el de María José Machado contrapone la vulnerabilidad a un trabajo físico continuo para obtener y mantener la fuerza física necesaria para ejecutar la performance. El acto de cargar tiene presencia en varios de los trabajos de esta artista; uno de ellos, Ernesto, de la serie Advocaciones, se menciona en el texto de introducción de este blog. En él, Machado carga con un cargador de uno de los mercados de su ciudad (Cuenca, Ecuador). Comentando el origen de este trabajo, del 2015, la artista me habló de los cargadores como los trabajadores que están en el escalón más bajo de la jerarquía del mercado, ya un pequeño mundo situado entre los estratos más bajos de la sociedad cuencana. Según recuerdo, dijo: “¿Quién va a cargar al cargador? Le ha cargado su madre, como a todos, y el resto de su vida, él carga para los demás.” Las acciones dicen más que las palabras: Machado carga con el cargador, y no sólo para la foto. En el proceso, hablan entre ellos, bajito, ya que boca y oreja se encuentran muy cerca. Es una situación de inusitada intimidad, sobre todo si se tienen en cuenta las pocas interacciones de personas de clases sociales diferentes que existen en la ciudad. La vulnerabilidad es de él, pero es una vulnerabilidad que se nos hace evidente por la acción de la artista, porque nadie suele pensar en la vulnerabilidad de quien carga como profesión. Su vulnerabilidad es invisible, es algo dado a la vez que ignorado, y se debe a su profesión y estatus. La dimensión humana del este trabajo de Machado es patente; la política es más sutil. Pero está allí, visible a través de un acto que traslada una disciplina física al campo artístico. En el texto que habla del trabajo en su web, Machado habla de resistencia, de “la resistencia corporal” a la que están sujetos, y de explotación. Fotos de la web de la artista En otra acción, también del 2015, María José Machado carga con una lápida funeraria. El origen del trabajo fue una noticia de 1966 que contaba la historia de una mexicana. Al morir su hijo pequeño, la mujer tuvo que irse del hospital a una funeraria para encargar el ataúd, y pedir dinero para hacerlo. Entre la ayuda de desconocidos y la rebaja del artesano, consiguió un pequeño ataúd, el más sencillo, y lo cargó los nueve kilómetros de vuelta a su casa. En la acción, ejecutada en el barrio de funerarias de Quito, Machado carga con una lápida de mármol de peso equivalente hasta andar la misma distancia. En su caso, caminando en una ruta circular por las calles. Aunque fue invitada a hacer una acción para un evento parte de una programación de performances y dentro de un espacio de arte que se ubicaba en el barrio (La Multinacional), Machado sale fuera del recinto que albergaba las acciones de los otros artistas, el público del evento, la cerveza y la música. Elige la calle, dónde el público que observa la acción, que dura varias horas, es el del barrio: los trabajadores, las familias que necesitan enterrar a su muerto, el gorrilla aparcacoches, los que regentan una tiendecita de bebidas, chuches y periódicos, y sus clientes. Marca las rondas con tiza en la acera, para llevar la cuenta de la distancia. Como única explicación y en su última ronda, distribuye unas fotocopias de la noticia del periódico viejo que dio origen al trabajo. Y ellos, los habitantes y trabajadores del barrio, piensan. Llaman la atención los unos a los otros sobre la acción de esta mujer joven de aspecto delicado, hablan entre ellos, discuten sobre el significado de lo que hace, intentan comprender. Sin haber oído nunca del arte de acción, acaban por comprender lo que hace. Y también la importancia de su acto. Machado enmarca su trabajo claramente dentro de la institución arte, pero no lo hace sólo para los agentes artísticos, los compañeros artistas, o la crítica. En estos trabajos, utiliza su práctica artística y su entrenamiento físico para llevar las cargas de la sociedad en la que vive. El nombre de la acción es Piedad. El trabajo de Machado que más directamente nos remite a la Pietà, una derivación un tanto evidente del trabajo de cargar ejecutado por una mujer, es una foto-acción que, una vez más, lleva el mismo nombre, Piedad. Fue realizada en colaboración con Julio Mosquera Vallejo, y pertenece a la serie Tus plumas ya no me excitan. La fotografía de Blasco Moscoso es una bella imagen, pero la artista enfatiza la importancia de la técnica empleada en la realización de la acción, que describe así: levantamiento de peso muerto (165 libras) en front squat (sentadilla frontal con peso). Aunque quizás sea inevitable que se me intuya un mayor aprecio por algunos trabajos que por otros, la cosa no va de poner “megustas”, sino de intentar reflexionar. El sexo, la religión y la política son los tres temas “prohibidos” de conversación en las reuniones sociales en los que se pretende evitar polémicas. No es de sorprender que sean las cargas naturales de los trabajos de acción de muchxs artistxs. Rizando el rizo, el sexo como religión, la religión como deporte, el deporte como arte. Cargamos con todas estas cosas, y muchas más, a través de nuestras vidas. Las dos líneas de trabajo en las que ha ahondado Machado son la religión, tal y como opera en la sociedad cuencana, en la que tiene una importancia mayor de la habitual en Ecuador, y el entrenamiento físico. En la última Piedad citada, y digo la última porque los tres trabajos lo son, las dos líneas se mezclan, y esta mezcla me es cercana. Los trabajos de Sulkowicz posteriores al reseñado muestran que ha continuado trabajando exclusivamente con el tema de las relaciones sexuales y el poder, como vehículo de sus acciones y como foco de su activismo. No creo necesario incluir referencias específicas, introducir su nombre en Google proporcionará ejemplos de sobra. Nenasheva trabajó para dos ONGs que dan apoyó a los niños huérfanos con dificultades de aprendizaje. A primera vista, su trabajo se encuadra en el activismo pero, aunque aún breve, su trayectoria se dirige claramente hacía el ámbito artístico. La imagen de María Magdalena y las promesas religiosas son inevitables en relación con algunas de las fotos de sus acciones, pero más allá del activismo, de llamar la atención a lo que ocurre alrededor nuestro, esas acciones son una forma de pensar. Es lo que he pretendido con este texto.
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HOMBRÍA DE PIOTR Fernando Baena Vas en estos tiempos tristes por el mundo con la mirada punzante y clara de un hidalgo y la gallardía de un fantasma reencarnado que saliera al tablero a deshacer entuertos, vencer gigantes o tomar de nuevo la Bastilla. Pero no eres otro idiota ruso iluminado ni es fervor de religión lo que te impulsa a envolverte en espinas como un Cristo, a mutilar tu cuerpo y clausurar tu boca con diez cornadas elocuentes y certeras. Ni eres otro Aguirre de feroz hombría, caballo de guerra de amazónica locura que se rebela contra el rey y quema su torre, sino un hombre clavado en mitad del puente, peón pisoteado por los elefantes del amo, asno que mantiene su verdad tozudamente y, pues la fuerza de la dama le sostiene, arropa su presencia en tiempo y piedra, sigue mirando al frente y no se mueve. BURROS José Luis Corazón Ardura Imágenes de burros pertenecientes a la Biblioteca Nacional. Audio: fragmento de El trabajador de Ernst Jünger. |