HOMBRE PERFECTO EN TRIPALIM Fernando Baena La palabra «trabajo» deriva del latín tripalium, que era una herramienta parecida a un cepo con tres puntas o pies que se usaba inicialmente para sujetar caballos o bueyes y así poder herrarlos. También se usaba como instrumento de tortura para castigar esclavos o reos. De ahí que tripaliare significa ‘tortura’, ‘atormentar’, ‘causar dolor’. 23 Aparecida en el siglo XII, según Alain Rey, la palabra «trabajo» es un deverbal de “trabajar”, proveniente del latín popular tripalliare, que significa ‘atormentar, torturar con el tripallium’. En el siglo XII, la palabra designa también un tormento psicológico o un sufrimiento físico. (de la wiki)
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QUÉ SENTIDO TIENE HACER EL BURRO Emilio Jurado Cuando el compromiso material resulta vacío se busca refugio en el mundo interior. (Richard Sennett) Solo debería haber ideas en las cosas William Carlos Williams Hacer el burro es llevar una carga antinatural, es arrastrar, mover, empujar, transportar, movilizar, cambiar el escenario estático de lo dado al fin. En este sentido, el arte y la ciencia hacen el burro cuando intentan modificar las condiciones relevantes de lo conocido. La actividad artística se mueve con total armonía en este planteamiento de frontalidad que tiene por objeto arrumbar lo dado y dar paso a lo desconocido empeñándose en encontrar si no la verdad, al menos la verosimilitud. Y para ello, burros y artistas requieren de la complicidad mutua. El burro hace realidad el sueño de la multiplicación de la potencia transformadora de un ser dada su capacidad de carga y de entrega. Su sola presencia produce cambios. La producción artística pone en marcha un proceso inverso, primero expone un mundo transformado y luego realiza un esfuerzo cerril para convocar la convicción necesaria para que su aportación sea admitida al conjunto de las nuevas realidades. El artista y el burro se encuentran en una equidistancia física (que no moral) del lugar en donde se suceden los acontecimientos. Por ello cuanto más se acercan uno y otro a ese núcleo caliente de la actividad transformadora, más se asemejan, más comparten, se entienden mejor. Un burro paciendo es como un artista de vacaciones en un crucero, no provocan más que ternura. Un burro cargando y trepando por una ladera empinada emite una luz similar a la de los ojos encendidos de un artista en el taller. El burro es la primera herramienta polivalente conocida. El conocimiento pre-científico había establecido la necesidad de desarrollar útiles para avanzar, cosas pequeñas con las que pudieran movilizarse grandes cambios de escena. Los primeros útiles y herramientas nacen en un contexto de extraordinaria pobreza, solo sirven para una cosa, o varias pero alineadas en la misma cadena de objetivos: golpear, enroscar, taladrar o unir. Su escasa versatilidad limita su aplicación a realizaciones selectivas y ejecutadas en un escenario de cercanía. Puedes utilizar una herramienta para hacer esto y solo esto, y hacerlo aquí. El asno aparece y desbarata la pusilanimidad en las expectativas de cambio. La dimensión del mismo por efecto del conjunto de realizaciones que pueden asociarse al burro adquiere un efecto revolucionario en los sueños por transformar el mundo. Si el verbo vino y se hizo carne, el burro vino y se hizo energía. Y desde ese momento sabemos que el mundo no lo cambian los discursos, sino la aplicación de ciertos recursos. En palabras de Darwin, los homínidos producen herramientas, los humanos cultura. Y el arte (y la ciencia) promueve adoptar las competencias del burro, sabedores de que en todo organismo las dotes físicas son un punto de partida, no un fin para de este modo alimentar su anhelo de intercambio en la relación de las personas con el mundo. El burro enseña que vencer dificultades no está prefijado, sino posibilitado por una querencia. Lo que diferencia el sentido y aplicabilidad de toda herramienta, sea asnal, sea cabal, es el proceso de toma de decisión que se encuentra en el inicio del mismo. El decisor importa al margen de la trascendencia que su propuesta implique. El animal que se esconde en la piel del burro apenas participa en la decisión de mover esta o esa carga. El científico tozudo y el artista obsesionado, sí. De sus preferencias o de sus aspiraciones depende el sentido y la aplicación del método de trabajo subsiguiente, que no es indiferente, pues el uso de la mano, por ejemplo, implica hasta cuatro fases que explican el paso de la prensión manual a la aprehensión intelectiva o lectura del hecho de coger, sujetar o mover un objeto con la mano (Raymond Tallis: 1-reconocimiento previo de la forma 2- contacto y lectura sensitiva 3- reconocimiento y 4-reflexión). Y el juego mano ojo a la superación continua de estados de concentración que desembocan en el virtuosismo que el sicólogo del trabajo Levitin estima en al menos 10.000 horas de repeticiones continuadas. Repeticiones perfectamente establecidas, descritas y reconocibles mediante una simbología objetiva. Por qué algunos artistas y otros trabajadores ensalzan la herramienta burro frente a otras alternativas es cuestión que solo aplica al usuario, obviamente es una elección. Desde una óptica ajena, que no objetiva, solo cabe leer tal actitud en clave de fertilidad de esta opción. Si tu mano te escandaliza, arráncatela, parece que se dicen entre si algunos de los artistas que rechazan la mano como guía de su acción y extraen mayor rendimiento de su capacidad de esfuerzo y sobrecarga. Piensan como Merleau Ponty que el compromiso se da de dos maneras, como decisión, pero también como obligación. ¿Es esto un hecho masoquista? ¿es la búsqueda de la redención lo que se persigue con tanto sufrimiento? No estoy seguro, pero creo que no, creo que agarrarse a la cola del burro sirve para salir del cenagal y de la angustia ante la miseria y la podredumbre que ciega caminos conocidos, intuidos o cartografiados. La ciencia cree saber adónde vamos y el arte parece negarse a llegar allí si no se produce en el ínterin una modulación o la radical transformación de las sendas habilitadas ¿Por qué? porque por ese camino no se ve el mar. El burro, dotado de tracción a las cuatro patas, es idóneo para la exploración del territorio desconocido pero desde el que pueda olerse la primavera. Su ritmo de trabajo ajustado al compás de la naturaleza tiene el diapasón de la música que emite la explosión de conocimiento tácito que subyace en las obras de arte. EL RONZAL II Anna Gimein A pesar de las imágenes terribles que nos llegan a diario sobre la situación de los refugiados en Europa, especialmente durante los meses de invierno, los gobiernos nacionales y locales de los países europeos utilizan esta situación para pintar un autorretrato favorable. Estos días, estoy pensando en una acción privada y no artística, un pequeño castigo para mí misma: escribir cien veces “No hablaras mal del país de al lado”. Mientras tanto, diré que llevo más de dos décadas viviendo al ladito de Francia. Durante siglos, Francia ha sido el lugar de origen y exportación de productos de cultura y de lujo al resto del mundo. La marca Francia ha sido construida a base de la haute couture, la haute cuisine, las eau de todo, el pensamiento ilustrado y la liberté. El resto de lo que ha vendido Francia durante siglos también lo tenemos a este lado sur de la frontera –los vinos y los quesos, y a mejor precio. Al tiempo que una significativa parte del vino francés se hace de uvas españolas, porque se vende más que se puede producir, cada año los granjeros francés se enfrentan al comercio internacional bloqueando las carreteras y tirando por los suelos los productos agrícolas importados desde España. Y no es de extrañar que quieran que su gobierno los proteja de la invasión desde el sur de tomates y pimientos. No digo que Francia no haya merecido sus alturas. Pero cada país es la suma de dos extremos, las cumbres y las lagunas, los logros y las miserias. Y no es de extrañar que el país esté cansado de promocionarse como el líder de la alta cultura y del alto pensamiento. Cansado de tratar de mantenerse a la altura ante la avalancha de personas de otras partes. Francia está quemada. Habiendo comenzado por pensar en Proust y los perfumes, y caído hasta los pimientos y los pepinos, pasamos ahora a las pinturas y las performances. We Dream Under the Same Sky (Soñamos bajo el mismo cielo), una exposición realizada en el Palais de Tokyo en el verano del 2017, mostró obras donadas por artistas de renombre que, tras el adecuado número de cócteles, serían vendidas “con la expertise de Christie’s” con el fin de recaudar fondos para ONGs que proporcionan asistencia a los refugiados en Francia. Este mes, la ministra de cultura Françoise Nyssen asiste orgullosa a una nueva exposición a la que su ministerio da cobijo en el Palais Royal, y se fotografía con artistas exiliados y refugiados en Francia cuyas obras se muestran. Afirma que “En Francia, la cultura no conoce fronteras”. L@s artistas que exponen son asistidos por una nueva agencia sin ánimo de lucro, Agency for Artists in Exile, y su directora, Judith Depaule, explica a los medios que Francia siempre ha sido un santuario para artistas y poetas oprimidos políticamente. Supongo que se refiere a los reprimidos políticamente en su lugar de origen, porque la historia de Francia cuanta con una colección nutrida de artistas y poetas reprimidos dentro de sus fronteras. Si dejamos de soñar, quizás podamos divisar que por loables que sean estas declaraciones de intenciones y esfuerzos, los refugiados que merecen estudios y exposiciones son artistas, más atractivos para los países de acogida que los refugiados comunes. Esto siempre ha sido así. Durante la Segunda Guerra Mundial, aquellos desplazados que podían afirmar que eran profesionales altamente cualificados en sus campos, científicos, artistas o literatos de renombre, encontraban un lugar en los corazones de países como Reino Unido, Estados Unidos o los países latinoamericanos con mucho mayor facilidad y rapidez que otros mortales igual de desplazados. En los años 70, países como Canadá aceptaban refugiados de Europa del Este sólo si contaban con formación profesional y buena salud. Pero incluso entre estos refugiados “más aprovechables”, la naturaleza de sus labores artísticas también importa a los amables anfitriones. Así, artistas que se hicieron conocidos y fueron perseguidos en sus países de origen por obras que reivindican los derechos de las mujeres (un tema que hoy en día es apetecible al paladar de las instituciones públicas progresistas), o denuncian las malas condiciones de los lugares de los que proceden, son invitados a exponer en el Palais Royal, al tiempo que otros artistas exiliados en la misma Francia son invitados al Palais de Justice tras meses de prisión preventiva sin ningún adelanto en sus casos. En 2017, Francia concedió asilo político en un tiempo récord al artista ruso Petr Pavlensky. Si, él y su familia recibieron asilo político con más rapidez que algunos de l@s artistas que exponen en el Palais Royal. Permítanme que dude de que esta rapidez fuera debida a otra cosa que a la esperanza de que Pavlensky continuara haciendo patentes los males de Rusia (que son muchos y grandes). Lo dudo porque el hecho de que el artista comenzara a hacer patentes los males de Francia es lo que le ha llevado directamente a Fleury-Mérogis, la prisión más grande de Europa. Según comprobaron Pavlensky y su compañera, quien también fue detenida, la prisión está llena de personas no francesas en la misma situación de larga prisión provisional. Mientras, y por segunda vez en menos de un año, los guardias de las prisiones de todo el país protestan por sus condiciones de trabajo quemando llantas delante de sus lugares de trabajo, con los antidisturbios rociándoles con gas lacrimógeno. Estas condiciones de trabajo son determinadas por la política y las finanzas. Pavlensky es un artista terco. Si le dieran a elegir, es muy posible que eligiera estar en prisión antes que en la exposición del Palais Royal. Porque lo que denuncia en sus acciones no es la maldad de un dirigente o un gobierno, sino la represión perpetrada a todos los niveles, y la aceptación de ello por parte de la sociedad. Lo que no eligió, y por lo que ahora protesta con la huelga de hambre seca, son los procedimientos judiciales a puerta cerrada, las entradas a escondidas bajo órdenes de las autoridades en el Palace de Justice y el consiguiente silencio de los medios. Pavlensky no es un artista manso. Cuando pienso en él, suele venirme a la cabeza una canción de otro ruso, Vysotsky, un bardo a quién Paris le dio la bienvenida en los años 70. La canción se llama Caza de lobos, y se canta desde la perspectiva de uno de ellos._HhW La respuesta del despacho de la ministra de cultura a una carta por parte de la editora del libro El caso Pavlensky es de lo más cortés y formal, y afirma que es al Ministerio de Justicia a quien corresponde ocuparse de su caso. Y se comprende. Pavlensky es claramente un artista exiliado que no le conviene a nadie. No es un artista de la variedad de jardín, como se dice en inglés. No aceptó ninguno de los bienes materiales que le correspondían por el estatus de asilado político en Francia, como no aceptará invitaciones a realizar acciones en el jardín de ningún palacio. No aceptará un ronzal. Los medios internacionales, siempre ansiosos de publicar fotos de sus acciones mientras las hacía en Rusia, han perdido el interés. Hace unas semanas, un medio galardonado con recientes y relucientes premios internacionales me ofrecía publicar las cartas de Pavlensky desde la prisión, una historia con fotos, vídeos y todas las formas posibles de decorar una noticia. Pero el hecho de que las cartas fueran escritas desde una prisión francesa mereció la siguiente respuesta: “que su historia ya no sea sobre Rusia y realmente sea sobre Francia probablemente es un problema insalvable para nosotros”. Es perfectamente comprensible que un medio que se centra específicamente en temas relacionadas con Rusia y países de la Europa del Este encuentre insalvable el hecho de que el último año y medio de la vida y del trabajo del artista tuviese lugar en Francia. Es desafortunado que, al parecer, los demás medios, sean generales o específicamente artísticos, también encuentren que este hecho es un problema insalvable a la hora de informar sobre ello. Quizás se imaginan que a la ministra de cultura de Francia no le gustará. Tampoco le gustará a la ministra de la justicia. ¿Qué es lo que ha hecho este artista feroz? Primero, negarse a jugar, reusando las ayudas que le correspondían. Y luego, incendiar las ventanas del Banco de Francia, para dar luz al hecho de que el Banco de Francia es el poder que manda, que el Banco de Francia ha reemplazado a La Bastilla no sólo en su lugar físico. Si os preguntáis por qué hace Pavlensky estas cosas, os lo resumo en cinco palabras: para que no seamos asnos, en el mal sentido de la palabra. Porque los mansos no heredarán la tierra. CONVERSACIONES POR CHAT DE A Y D Andrés Senra Sin fecha. (D) Levantarse, obedecer, ir al banco, obedecer, pagar al casero, obedecer, cobrar el paro, obedecer, pedir una subvención, obedecer, pagar la luz, obedecer, no colgar twits que critiquen a las instituciones del Estado, obedecer, culpar a los terroristas, obedecer, mirar Facebook, obedecer. (A) Este mes voy a poner la calefacción solo por la tarde, a partir de las ocho, el resto del día puedo ponerme una manta. (D) El comisario ha cobrado. (A) Justificar las facturas de la subvención, obedecer. (D) Si dices tres veces sumisión delante de un espejo, dejarás de ser precario. (A)Qué alegría ser sumiso. Lo digo en serio. Tu vida es más fácil. No tendrás problemas. Hubo una época que fui insumiso al Estado, al Servicio Militar Obligatorio, y acabé en la cárcel por desobedecer. (D) Mejor no acumulo muchas cosas. Un colchón, una silla, unas ramas. Puedo andar con ellas por el mundo, como un caracol. No tengo casa, no quiero tener casa. (A) Creo que empezaría tu biografía así: D ha desobedecido. Tiró su casa por la ventana, literalmente. Hace años de eso. Se fue a Berlín. Se fue a Méjico, se fue a LA. Ahora está en Honduras. 21/08/2017 (D) ey kerido amigo!!! ke tengo feisbu ke tal estas ? yo exiliadisimo en Mexiko muchos besos y abrazos (A) Hola corasón. Estoy tirado y tirada. ¿Estás en México o en Lima limón? (D) Estoy en Df (A) Lo más (D) No komo komo una lima. Tengo problema de infra-peso. (A) ¿Bebes leche de coco? (D) Estoy peladisima pues. La krema de koko es buenisima para lavarse los dientes. El mejor bactericida. (A) Ké kaka. (D) ademas la pasta standard debido a la presencia de fluoruros... (A) Y para ponerse moreno. (D) ...blokea la glandula pineal, no puede ser!!! (A) Yo esa la tengo fatal y las otras también. ¿Te gusta DF? (D) me gusta, pero no lo estoy pasando bien, demasiados disgustos a los ke sobreponerme (A) Oye. (D) oigo (A) ¿Y no has probado a tomar inhibidores de la recaptación de la serotonina, tipo Prozac? Yo, desde que los he descubierto, voy hasta las cejas. Todo me da igual. Las desgracias me parecen fiestas. (D) ke bien..... Sí, a mi no se me da mal sobreponerme (A) Es el mejor invento del siglo XX. (D) gracias por el konsejo (A) No, sin mi Prozac. (D) pero ademas necesito soluciones praktikas a asuntos komo donde pasar la noche, en principio (A) Eso es importante. (D) a mi no me importa dormir en la kalle (A) DF es un poco too much para la calle. (D) komo hacia en Berlin kuando me dehauciaron, pero aki es una jodienda (A) Por eso, Berlín sí, pero ahí no lo veo. (D) tengo algunos trukos para estar protegido komo dormir en lokutorios. (A) Yo solo podría si en la calle me dieran Prozac. (D) No tengo dinero. (A) ¿Cuándo lo has tenido? (D) ¿Aquí lo venderán sin receta? (A) Seguro. (D) ke bueno leerte!!! ke alegria! dame tu mail. y te mando una entrevista ke me han hecho hace poko ke esta linda.. (A) Pero hay que tomoarlo 6 meses seguidos todos los días y te empieza a hacer efecto a partir del día 15, pero no te consigue una cama. Mi mail: [email protected] Miss you :( (D) Y yo. (A) Si te ves muy tirado, vuelve a Europa... Qué tontería te acabo de decir. (D) en ke andas metido ultimamente? kuando nos veremos? ke va!!! me fui para no volver. en 2 semanas me voy pa California a hacer una pelis y mas kosas. (A) Pues estoy trabajando para comer y estoy haciendo cosas, me ha dado por los neones, como los artistas de los 70. (D) te mando la entrevista al mail (A) California es lo más. (D) ke rekomiendas??? (A) Sube a los States. (D) Todo, no? (A) Mira... Todo. (D) ire a Nueva York Tambien alli esta MK La konoces? la gallega (A) No. ¿Sabes dónde se vive bastante bien? Y es bastante alternativo random. Es bastante seguro para dormir en la calle. (D) dime (A) Portland, Oregon. (D) no jodas????? Voy a Portland. Primero a California y luego a Oregón y después a Narizona. (A) Hay un sitio que los vecinos dejan la comida para los homeless. Ya te diré cual. Comida del primer mundo, o sea basura de blancos. (D) buenisimo!!!!! gracias kari por el konsejo no sabía (A) Oye, el año que viene vuelvo a New York, tengo visa por 10 años, pero en la frontera están muy pesados, a ver qué pasa. Podríamos coincidir. (D) por favor ademas kreo ke va tokando ke armemos algo no? (A) Pozí. M'encantaría. (D) Pues estemos en kontakto kontinuado de una vez. ke solo se vive una vez (A) Yo pienso vivir más veces. A ver cómo me las ingenio. (D) por supuesto, estoy leyendo un libro buenisimo ke habla de la prolongacion de la vida. te rekomiendo este doku, es purita medicinita komo el prozac 05/ 02/ 2018 (D) ey Andres, ke tal kari?, como va la vida??? (A) Va bene, y tú? Dónde estás? en LA? (D) yo bastante mejor ke la ultima vez ke hablamos yo en Guatemala, estuve en LA hacernos meses (A) Tenías que salir de México un poco, (D) estuve kon La (G). California me molo un montón, pero fue un desatre. (A) Me lo puedo imaginar. (D) no quee por culpa del lugar es una larga historia aki de puta madre me vine por tierra desde California 5700 km como de Madrid a China mira estoy aki (A) ¿Estás en el cielo de los cristianos? (D) si, estoy aki muy koncentrao, en mis kosas, puedo nadar a diario en el lago, estudiar paseando por las montañas, a finales de Marzo me voy a Mexico al desierto a ha-ser una peli y tu ke haces en L.A? (A) No, que te preguntaba si estabas en LA todavía. Yo estoy en Madrid, he vuelto de Berlín, viajo a New York en junio. Ay David, te noto muy bien. Cómo me alegro. (D) No. Estoy en Guatemala. (A) No nos estamos comunicando, pero bueno. Guatemala, lago, natación, sexy body, película.... ¿Margaritas? (D) Sin pétalos. Me deshojo a mí mismo mirando la Luna. No veas, ha sido luna llena y flipas muchísimo cuando sale entre los volkanes y se refleja en el lago. (A) Qué envidia. (D) Lo mejor es que he encontrado algo que no buscaba, PAZ. Además, con el valor añadido de la sorpresa. (A) Eso es el Prozac. Copy y Paste, Andrés Senra. 07/02/2018 EL RONZAL Anna Gimein Desde siempre, tengo una relación de amor-odio con los proverbios. El que voy a violentar ahora es mi favorito. Le quito el caballo, para ponerle un asno: you can lead an ass to water, but you can’t make him drink. De hecho, esto se me ocurrió hace años, la primera vez que lo aplique a la imposibilidad de obligar a un hombre a una relación física que él no deseaba. Sí, ocurre, yo sólo encontré uno en toda mi vida. Existen muchas formas de llevar a alguien al agua –en España sería al huerto–, la sutileza no siempre funciona. Las proverbiales zanahorias no siempre están a mano. Procuro tener terrones de azúcar, pero lo que se utiliza con frecuencia es algo que tiene muchos nombres. El más común de ellos es ronzal. Una búsqueda rápida en internet nos dirá que existen en muchos colores y se sirven en toda España. Por otra parte, gran parte de las definiciones de los diccionarios para esta palabra mencionan que el artilugio sirve para dos cosas: conducir y sujetar. Buena combinación de verbos para el intento de llevarle el asno al agua. Quizás deba decir que profeso un gran amor hacía los asnos. Pero estamos aquí para hablar de burros. Cualquiera que haya intentado hacer arte estará de acuerdo en que ser artista implica una continua lucha de resistencia a ser conducido y sujetado. De hecho, los verbos de acción antes citados resumen bastante bien la relación que el artista pueda tener con el mundo; es una guerra de desgaste. Intentan conducirnos mediante todo género de cosas: la educación, la formación, las tendencias, el mercado, los concursos, las convocatorias, los premios, curadores, críticas, agentes artísticos, los museos, las galerías. Más veces que no, nos conducen a las ferias, y las ferias, ya se sabe, son de ganado, de toda la vida. Nunca digas de este agua no beberé. ¿Nos sujetan? A saber, la educación, la formación, el mercado, las convocatorias, las ayudas, curadores, críticos. Sí. Los mismos métodos suelen valer tanto para conducir como para sujetar. No exponer, no escribir sobre, no apoyar económicamente ni premiar al que no pase por el aro funciona bastante bien para sujetar al artistilla que no trabaje con los contenidos, dentro de las formas o con los parámetros a los que una u otra feria de vanidades de prioridad en cualquier momento dado. Y si aun así el bicho se ha colado, también se puede censurar. Y de muchas maneras. Últimamente, la censura está pisando fuerte por el mundo. No, no se trata de un diseño maligno por decreto, sino de mucha letra pequeña en las bases de todas esos papeles, paneles, tribunales, jurados, mesas, conversaciones, talleres y laboratorios. Las bases no son fundamentos ni columnas de mármol, son las palabrejas que especifican lo que interesa a la institución de turno y, por consiguiente, lo que no. Hay que aceptar y cumplir. Pero este juego se ha jugado así desde siempre. Siempre ha sido un tira y afloja, en hacer lo que quieres tú pero también hacer lo que quiero yo, aunque sea a escondidas, aunque sea con disimulo. En, a veces, pasar por el aro, y otras, salir por peteneras. Con equipos nacionales e internacionales, ganadores y perdedores. Los momentos y los lugares de los regímenes más totalitarios son los que más resistencia suelen crear. Quizás por ello estamos bastante inundados de arte político, declarada o disimuladamente, bueno y malo, y hasta indiferente y comestible, digestivo o indigesto. Arte político de calle, de museo, de salón, y hasta de feria. Es natural y, por feroz y silvestre que sea, hay que proteger la naturaleza. Sobre todo, si se va poder explotar. Resistencia es una de las palabras que se ve frecuentemente en el feed de mi Facebook. Por cierto, en el inglés pre-redes sociales, feed era una forma genérica de cuatro letras –una proverbial four-letter word– para referirse a la comida de los animales, puercos y pollos. Feed, fodder, forrage, todas palabras muy interesantes que se aplican a diferentes contextos. Fodder para la producción artística, forrage para lo que hacemos para sobrevivir. La resistencia también se ejerce en diferentes contextos. No debe sorprender. Cualquiera que no viva con los ojos y las orejas tapadas necesita resistir desde el café de la mañana hasta colocarse la mascarilla de dormir. No es porque nuestros sentidos se hayan agudizado hasta igualar a los de los animales, salvajes o domésticos, sino porque nuestro mundo –nosotros mismos– nos está gritando cada vez más fuerte; nos estamos susurrando cada vez con más insistencia. No hay madriguera donde esconderse. Susurramos cada vez más empalagosamente, gritamos cada vez más fuerte, como aquel alboroto ensordecedor que levantan las bandadas de pájaros que se congregan en el mismo lugar. Los del mismo bando decimos lo mismo. A veces lo bueno, pero lo mismo. En el mundillo artístico del final de la era soviética había un dicho sobre los escultores. Se decía que los escultores son como los perros, que todo lo entienden, pero nada dicen. Se conoce que el escultor soviético era una variedad especialmente silenciosa. Quizás por eso, a mis familiares no les pareció extraño mi entonces novio español – era en su época de escultor. Supusieron que aun sin la barrera idiomática, mantendría un silencio interesante. Los escultores, performers, accionistas y otras bestias de la granja artística tenemos una opción. Por muchas verdades y tonterías que digamos, como los demás humanos de la especie, también podemos hacerlas. Sin palabras. Por sujetados y conducidos que nos encontremos, por emocionante que sea cantar en coro en la insoportable levedad del ser, algunos, a veces, podemos hacer una cosita y quedarnos allí de pie, solos, mientras se quema el mundo, sólo un poco. Resistir la presión del aire antes de que llegue todo lo demás, los aplausos, la policía, el éxito o el fracaso, un huracán cualquiera. El silencio. ¿Has escuchado últimamente el rebuzno de un burro? Es difícil de soportar. Es difícil unirse a él. Los sentidos del burro y su rebuzno son los que hacen que se le haya empleado para avisar de la presencia del lobo.
No es fácil ser burro. Pero en última instancia, me conduzco yo y me sujeto yo. Si, puede ser un corolario a la acción de Llavata que se cita en este blog, Pa´ burro yo. Para ama, también yo. Ya hablaremos de otros verbos interesantes: explotar, dominar, subyugar, someter, humillar. Y ceder, resignarse, resistir. Todo lo que hacemos a los animales, lo hacemos a los humanos. LOS PREMIOS Jaime Aledo Estoy harto de ver a toda clase de ridículos personajillos recoger premios con modesto ademán pero hinchados de soberbia. Parece que entre nosotros nada vale si no está realzado por un premio, siempre que alguien quiere destacar a un artista -músico, literato, cineasta, pintor…- usa la muletilla “¡ha recibido muchos premios!” como si esa bobada justificara su valía. Bobada porque es sabido que detrás de cualquier honor hay una dura batalla -más allá de la calidad de la obra y, en general, en su detrimento- de acercamiento y sumisión del que quiere ser premiado a quien otorga las recompensas, aunque después ponga cara de sorpresa. A nadie le dan un premio que no haya buscado con ahínco. Por un lado está la estupidez del público que no sabe reconocer la calidad si no viene sancionada por la autoridad competente y, por otro, la debilidad psicológica del artista que necesita la alabanza de los demás -y del Padre- o, en el mejor de los casos, tiene un deseo compulsivo de enriquecerse, de vender su producto como si el arte fuera un negocio. Lo anterior vale para todo tipo de distinciones, desde la entrega de absurdos diplomas, horrendas estatuillas, medallas…, hasta los concursos (sólo un inmoderado afán de lucro puede llevar a un artista a hacer publicidad de las firmas que los promueven) y en general para todos aquellos contubernios en el que se busque un beneficio superior a lo que se ofrece, normalmente dinero o la posibilidad de ganarlo. Pero lo peor de toda esta farsa son los premios en los que se concede un honor, a veces también acompañado de grandes sumas de dinero, por la cara bonita del artista, sin que este entregue nada a cambio. Si, por ejemplo, alguien me compra una obra, yo estoy encantado, trueco la pieza por dinero en un acuerdo convenido por las dos partes; si esa misma persona me dijera: “me pareces tan listo, tan guapo y tan buen artista que te voy a dar 50.000 euros a cambio de nada y, encima, te voy a hacer publicidad”, reconozco que me mosquearía, y no poco, ¿qué buscará?; desde luego, aceptar esa proposición sería el colmo del narcisismo. Si, encima, resulta que ese dinero no es de quien lo ofrece sino de los contribuyentes y lo ofrece como representante del poder establecido, el mosqueo sería mayúsculo. Aceptar un premio de esas características, además de narcisista, resulta de una indignidad moral inaudita ya que el premiado da por hecho merecer que todos nos rasquemos el bolsillo por él, atribuyéndose una exaltación popular de su persona verdaderamente escandalosa. Y a la vez ridícula puesto que la bajada de pantalones viene incluida: en algún momento, no nos engañemos, los poderosos que han entregado el premio reclamarán una contrapartida (la adhesión ya viene implícita en la aceptación), de manera que esa indignidad puede extenderse hasta límites insospechados. Qué duda cabe, hay que mantenerse alejado de los que puedan conceder recompensas y a los premiados hay que tratarlos con cierta prevención, pero, seamos razonables, tampoco hay que hacer una tragedia, ni mucho menos señalarlos con nombres y apellidos. Pobrecillos, los artistas inseguros y anhelantes de reconocimiento y dinero son legión, además cada uno elabora alguna coartada moral que le permita aceptar esos honores (la más ignominiosa: “es que me venía muy bien ese dinero”), que, aunque siempre sean sofismas, a veces hasta parecen aceptables. Yo mismo, sin ir más lejos, he de reconocer que hace poco insté a un amigo a que me invitara a comer para celebrar un importante premio que había recibido. Evidentemente, esa comida se pagó con dinero público, el del premio: caí en la misma indignidad moral por sólo un plato de lentejas, bueno, por un cocido espectacular, pero es lo mismo. Mea culpa. |