BESTIAS ROTAS Eliseo García Nieto Hasta tiempos muy recientes se ha entendido que domar un animal consiste en quebrar su voluntad. Anular su albedrío de tal modo que la bestia se torne indiferente a sus propios intereses y apetencias, que pasan a ser los de su amo. Para lograr ese objetivo no cabe otro camino que el uso de la fuerza bruta, en varias modalidades. El castigo es la base, ya sea mediante el apaleamiento, el hambre, la reclusión o la tortura. Pero con eso no basta. Hay también que hacer ver al sometido que su libertad no existe; que es su amo quien decide lo que debe hacer o no. Para ello, es imprescindible anular su iniciativa y capacidad de elección hasta insensibilizarlo respecto a su carencia. Tan solo así se consigue que, cuando se abre la jaula o se desatan las ligaduras, el animal siga inmóvil. Renuncia a ser libre porque la cárcel ya no está entre barrotes o ataduras, sino en su propia conciencia. Ya es un esclavo. En el argot de la doma, se le llama bestia rota. Uno de los más largos, implacables y meticulosos procesos para romper a una bestia lo ha sufrido el asno. El animal silvestre que empezó a domesticarse en África hace unos 5.000 años protagoniza uno de los primeros casos documentados de maltrato animal. Las pinturas de la tumba de Iti, trazadas hace cuatro milenios en la tierra de los faraones y ahora en el Museo Egipcio de Turín (Italia), muestran a varios hombres arreando a palos a unos burros cargados, uno de los cuales exhibe en sus ancas la marca sangrante del castigo. Sangrante también es que ese egipcio que azotaba al burro recibiese el mismo trato por parte de sus superiores jerárquicos. La Historia, desde la misma aparición de la escritura, es un recuento de atrocidades con una constante perenne: el avasallamiento de unos humanos por otros. Entre nosotros nos aplicamos el mismo trato que damos a otras especies para sojuzgarlas: violencia, privación de libertad y anulación de la voluntad del sometido. Desde la castración de enemigos y esclavos en Mesopotamia hasta el rescate de negocios privados con fondos públicos. Si pocos animales hay, aparte del Homo sapiens, que hayan sufrido un proceso de sometimiento más fuerte que el del borrico, tampoco muchos países son un ejemplo más claro que España de quiebra de la voluntad social. El español ha vivido desde épocas remotas entre la espada del hambre y la pared de la emigración, viendo pasar sin tocarlos el oro llegado de Indias, los planes de Mr. Marshall y los grandes beneficios de la recuperación económica que le juran que está en marcha. Desde el “vivan las cadenas” con que se recibió al absolutismo en 1814 hasta el “viva la muerte” con que se despidió a la democracia en 1936, España, más que Historia, tiene historial: el de un paciente con trastorno bipolar ansioso por cambiarlo todo cuando está en fase maníaca y que derriba cuanto hizo al llegar la depresión. El país en la vanguardia sindical en 1919, el primero de Europa en establecer por ley la jornada laboral de ocho horas, es el mismo donde cincuenta años después seguía enquistada la última dictadura fascista del continente. Una esencia dual, contradictoria, que es pura asnalidad, en tanto que ningún animal iguala al jumento en simbolizar al mismo tiempo lo mejor y lo peor. La estupidez, la zafiedad y la lujuria; la prudencia, la humildad y la ternura. España se asemeja al pollino en otro triste registro: la habituación a la violencia. Los españoles aún sufren las secuelas de tres siglos trufados de guerras civiles, tan próximas unas a otras que no se había superado una cuando llegaba la nueva. En esa fase, la de superar, seguimos respecto a la del 36, la más salvaje de todas: 300.000 exiliados y medio millón de muertos, de los que 88.000 siguen desaparecidos en fosas comunes, una cifra sólo superada por Camboya. Un trauma nacional que, unido a casi cuarenta años de dictadura que se cerraron sin depurar responsabilidades políticas ni criminales, han moldeado una ciudadanía anestesiada, con una capacidad de asimilar la corrupción, la injusticia y el abuso más propia de algunos de los estados surgidos del hundimiento de otro totalitarismo, el soviético, que de las democracias consolidadas en Europa tras la derrota del fascismo que en España nunca se produjo. Los países, como las personas e igual que los animales, pueden quebrarse por dentro, si sufren el castigo suficiente durante tiempo bastante. Si se desoyen todas sus demandas. Si se le priva de su identidad hasta que asume que es la de su amo. Y nos ha ocurrido eso. España es un burro apaleado que se sueña toro bravo y termina estoqueado. España es una bestia rota.
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EL BURRO NO PUEDE HACER ARTE isidro López Aparicio (iLA) Primer acto de asnología La subida del burro En Jaén, en Santisteban del Puerto cabeza de partido del Condado, por donde pasa la Vía Augusta, se conocieron dos primos. Uno de orígenes gallegos, de Castiñeiro y Villarda, de la parroquia de San Juan de Ríos, en montes perdidos de Orense donde las gentes son supervivientes y/o emigrantes. El otro, de las huertas de Molina de Segura, de la vega media de Murcia, una encrucijada histórica de caminos. Dos historias y dos herencias que se encontraron y que se complementaron uniendo lo mejor de los dos mundos; Convertidos en cómplices, se expresaban socialmente en el trabajo. Los dos primos formaban un equipo deseable y envidiable, los dos trabajando eran insuperables. Si venían camiones de los pinares de Sierra Morena, al mismo tiempo que asignaban una cuadrilla de cinco hombres a descargar uno, el otro se lo asignaban a los primos. Y el gallego y el murciano, una vez más en alarde de coordinación, técnica y fuerza terminaban a tiempo de ayudar a sus compañeros. Siempre dispuestos, disfrutaban de sus capacidades pero esta se convirtió en virtud, transcendió el tiempo y se convirtió en leyenda cuando un burro, el animal que simboliza el trabajo, que genéticamente se seleccionó para que facilitara las tareas al humano, se cruzó en sus vidas. Fue el 17 de enero, el día de San Antonio Abad, día en que según la tradición los animales eran llevados para ser bendecidos a Santa María del Collado, la iglesia orgullo de la Villa, de románico agonizante, gótico balbuceante y torre albarrana prestada por el castillo almohade que la observa convertida en campanario. En lo alto del pueblo, tras largas cuestas, le precede una gran escalinata donde ese año se arremolinaba la gente, y muchos curiosos miraban a un anciano junto a su burro. El amo del burro necesitaba más que nunca de esa bendición pues el burro llevaba tiempo débil y hacia tiempo que no tiraba de la noria. A eso que los dos primos pasaban y fue menos que una mirada. La lógica se alteró y para el asombro de sus vecinos, por primera vez en la historia del pueblo vieron como se subían a hombros el burro y a turnos llegaban al pórtico de la Iglesia tras las largas y empinadas escaleras. Segundo acto de asnología La concesión del burro Mi infancia no fue rural, vivía en Granada, pero todos mis descansos llegaban a ser, más que rurales, plenamente salvajes en la parte menos transitada de Sierra Morena, en los límites entre las dehesas y los pinares que llevan a La Mancha. Zona despoblada, de cortijos separados por hectáreas donde abundaban animales y alimañas. Y todos eran naturales para mi, a todos los conocí hasta generar mi propia mitología en la que animales, plantas, insectos… formaban un libro repleto de humanidad. Siempre he sabido que mi imaginación se desarrolló en aquellos días largos de soledad, que nunca sentí como tal pues toda la naturaleza me acompañaba y me hablaba. Si miraba con admiración a los venados, cuando atravesaban sembrados sin tronchar la mies, a los jabalíes los acechaba entre jarales a contra viento; el amarillo de la oropéndola salía de la lógica, las bichas eran diversión y su tacto valentía, los zorzales, en su canto diferenciaba la edad, la reses bravas, poderosas y amigas siempre que se sintieran en libertad, los caballos majestuosos en su pecho donde estaba mi altura… y los burros, por allí andaban, reposados siempre cerca de las eras… sumisos cuando los veías portando, con esas grandes alforjas que retaban el equilibrio de los volúmenes en su pequeño tamaño. Hubo uno que se llamaba Burro. Lo dejó allí un paisano que hacía monturas y venía al cortijo a recoger paja para los rellenos. Allí se quedó mucho tiempo, al principio trabado. Después, deambulaba suelto, pero siempre por las eras. Los ojos de los animales los conocía. Tanto que en muchos de mis recuerdos de infancia estoy en sus reflejos, pues yo no miraba al animal, sino al ser que lo habitaba. Así lo sentía. Y Burro era reposado, tan reposado que retaba mi paciencia. Cuando yacía era difícil que se levantara. Yo lo miraba y, por mucho que yo quisiera, sólo era en el momento que él decidía cuando se levantaba. Era la definición de la palabra con la que todos les asocian: tozudo. Cuando lo montaba, siempre a pelo, parecía sumiso. Pero nada más incierto: él era consciente de que aquello no era trabajo y se permitía alterar el recorrido o parar cuando le apetecía. Era difícil encontrar la diversión que yo como niño buscaba pero hubo un momento de complicidad en el que Burro me hizo una concesión: bajó su cuello, volcó su mirada y, lo juro, le vi sonreír. Lo siguiente sólo fue dejarme resbalar por su cuello, una y otra vez, sin que él se inmutara. Más aún, para facilitar su cabalgadura incluso se acercó a unas alpacas que como escaleras completaban ese maravilloso tobogán de complicidad. Tercer acto de asnología La percusión del burro Estando en Tifariti Daira situada en la Saguia el Hamra, en los territorios liberados del Sahara Occidental, testigo en 1976 del bombardeo con NAPALM por la aviación marroquí…, era habitual ver manadas de cinco a diez burros asalvajados rondando. Vinieron con los españoles, pero los españoles se fueron y allí se quedaron sin que los nativos los acogieran, ni les dieran utilidad, ni para el hambre. Así que se convirtieron en comunidades autónomas, como parte de un paisaje. Un día entre el ruido propio de la manada, algo sonaba distinto, un “tin, tan, tan, tan” acompasado a cuatro tiempos que me parecía musical al tiempo que me sorprendía su procedencia… la manada. Entre los burros había uno que parecía igual que todos, pero en su pata derecha delantera calzaba una lata. Sí, tal cual. Había encontrado una lata de su misma horma, una lata de esas que avituallaron a los marroquís cuando acosaban Tifariti, y de las que hay miles, incluso en montañas. Al principio observaba, pero al momento me preocupé: no era natural y no sabía de las consecuencias de esa pezuña enlatada tendría para el burro. Me acerqué con sigilo y naturalidad hasta que encontré su mirada. Como dije, parecía, pero no era igual que los otros burros: era joven y desconfiado, salvaje y con cierta furia dentro, me permitía acercarme pero sólo porque sabía que él decidía. Lo intenté, numerosas veces, lento, rápido, acechando… llegué a correr entre ellos, a ponerme a su altura, tocar su lomo… entre cada esfuerzo, le hablaba, en voz alta, en susurros o telepáticacamente… lo intenté todo...: lo que quiero es ayudarte, esa lata no te hace bien, deja que te la quite, verás que bien te vas a sentir…. Tanto lo intenté que el día se pasó y llegó la noche, suave en la luna llena. Y entonces lo pensé, o me conformé, o lo comprendí o sumé a mis reflexiones una nueva argumentación que no había tenido en cuenta: ¿y si a él le gusta?, ¿y si ésta es la diferencia que él busca?, ¿y si se la llego a quitar y él vuelve a buscar su lata y mete su pezuña…?, ¿y si la creatividad se ha apoderado de este burro y lo que esta buscando no es quitársela, sino buscar más latas? Le faltan todavía tres, ¡que sinfonía! ¡el asno batería! Con esa ilusión me fui. Y con la esperanza de que al volver otros años mi teoría se confirme y pueda mirarle a los ojos mientras interpreta la percusión de su caminar. Pensemos un nuevo burro El burro no puede hacer arte: el artista no puede hacer arte siempre que su función esté sometida a la productividad del sistema y se convierta en un esclavo del poder. El artista debe como acto consciente buscar las brechas en la sociedad que permitan la libertad de expresión y la critica del sistema, que los procesos creativos no se sometan a las estructuras preestablecidas y alteren el orden lógico o esperado por la pautas de control establecidas. El 1% de los ricos del mundo acumula el 82% de la riqueza global (OXFAN 2017). Vivimos en una sociedad donde la esclavitud existe y en mucha más escala de lo que muchos pueden pensar. No bajo la imagen del látigo y las pesadas cadenas, pero si en un rango que va desde la más avergonzarte pobreza a la precariedad insultante. La sociedad capitalista se estructura de forma que sin dinero es casi imposible la supervivencia, y la adquisición de ese dinero pasa por la sumisión al trabajo que se considera rentable y productivo para esas grandes riquezas. La sumisión de las personas tiene que ser total, de forma que cumplan la función que se espera de ellos, sin pensar más allá, sin alterarla, que trabajen en lo que produce riqueza a los ya ricos. En estos parámetros, lo creativo y artístico sólo tiene cabida si forma parte de un placebo social que mantenga feliz a la sociedad esclavizada, sometida a las funciones propias del “burro”. La creatividad, y una actitud crítica y participativa que genere otros modos de comportamiento, no son aceptables. Forman parte del salvajismo y debe de ser regulados de forma que sus repercusiones sean mínimas. Pero la función del artista siempre debe de ser la de alterar el orden establecido por las estructuras de poder: ponerse latas en las pezuñas y llevarlo hasta el acto más sublime de la creatividad aunque altere todos los planteamientos de él esperados; debe permitir el gozo de lo inesperado, estar sólo al servicio de la esencias más puras del ser humano: convirtiendo el cuello en tobogán inesperado para que la infancia crezca con un nuevo entendimiento de la realidad; e incesantemente buscar a aquellos que deseen alterar los ordenes sociales: echarse el burro a cuestas, sin prejuicios construir una nueva lógica en la que lo artístico da paso a una critica que construya una sociedad en la que la diversidad tenga cabida y en la que las estructuras de poder se disuelvan en la participación para el bienestar social. LA CARGA DE LAS MUJERES Anna Gimein Estos apuntes no pretenden hacer reivindicaciones de género. Sin embargo, me parece que tiene interés pensar en el trabajo de las artistas que involucran llevar cargas pesadas e incómodas, ya que las lecturas de la acción de cargar ejecutada por alguien del “sexo débil” quizás nos lleven a lugares distintos. Esta va a ser la única gracia, así que reíros ahora. Estoy segura de que existen trabajos interesantes que desconozco relacionados con el tema; sin embargo, en mi radar tengo los suficientes para empezar a pensar, y no pretendo más. Dada su resonancia con temas reivindicativos muy actuales, parece de rigor hablar de Carry that weight (Llevar aquella carga), la acción de una estudiante de artes visuales de mi universidad, en Nueva York, que se hizo internacionalmente famosa. Desde septiembre de 2014, Emma Sulkowicz cargó con un colchón de unos 23 kilos a donde sea que fuera dentro del campos de la universidad de Colombia; un colchón idéntico a aquél de un colegio mayor en el que alegó haber sido violada el primer día del año académico 2012, su segundo año de carrera. Digo alegó porque todas las instituciones ante las que presentó acusaciones consideraron que no había pruebas de delito ni “sospecha razonable”, por lo cual los cargos presentados a la policía fueron desestimados por el fiscal del distrito. Sulkowicz pretendía cargar con el colchón hasta que el estudiante acusado fuese expulsado o dejara la universidad de otra manera. Aún lo llevaba (con ayuda de amigas) en la ceremonia de su graduación. La acusación de Sulkowicz involucraba abusos y violación en lo que había comenzado como una relación consensuada. Posteriormente, el estudiante en cuestión fue acusado de vejaciones y agresiones por otras dos compañeras de estudios; una de ellas había estado en una larga relación con él. Fue exculpado en los tres casos. Por su parte, presentó dos pleitos diferentes contra la universidad por permitir el acoso basado en género contra él. Debido a la notoriedad de la acción y del caso tanto en el campus como en los medios, las acusaciones públicas y represalias contra el estudiante y contra Columbia continuaron desde el momento en el que su nombre se hizo público hasta el 2017, cuando la universidad llegó a un acuerdo con él. La acción Carry that weight, frecuentemente llamada Mattress Performance, fue comprendida como una acción artística y también como activismo. Fue su naturaleza reivindicativa y no la artística la que la hizo notoria. Situaciones similares han aparecido en los medios con triste frecuencia, y provocan una comprensible indignación por el tratamiento benévolo hacia los acusados por parte de las autoridades universitarias y la justicia, incluso en casos donde las evidencias no dejan lugar a dudas. Es difícil calibrar hasta qué punto la intención de esta acción, basada en una experiencia dolorosamente personal, fue la de un trabajo artístico, una forma de superar el trauma o un acto activista que encaja con los movimientos contra el abuso sexual y de poder que sacuden muchos países en los últimos tiempos. Por otra lado, la acción de Sulkowicz fue parte del trabajo final de grado. Ha generado controversia en muchas partes de la sociedad, con alabanzas de críticos de arte y las críticas de algunos comentaristas. Entre muchas cosas dichas por Sulkowicz, está la siguiente: "Para mí, la pieza [...] representó [el hecho de que] un tipo me hizo una cosa horrible, y yo traté de crear algo de belleza con ello." Entre muchas cosas dichas por los demás, ya que de la acción han habado desde sus compañeras de estudios a Camille Paglia o Hilary Clinton, están las de Jerry Saltz, que llamó a la performance “pura vulnerabilidad radical” en lo que fue una de las primeras ocasiones en que adoptó el concepto para el territorio artístico, incluyéndola como una de las 10 o 19 mejores shows de 2014 (citado en los medios con ambos números, yo sólo encontré 19). Naomi Schaefer Riley, del New York Post, criticó el trabajo por "avergonzar sin pruebas". Sulkowicz ha sido llamada poster girl del movimiento anti-violación pero el hecho es que ahora es una starlet del siglo 21. También es una artista, habiendo salido de la universidad y entrado en el mundillo artístico de Nueva York por la puerta grande, con todas las correspondientes contradicciones que esto conlleva. Ha exhibido varios trabajos posteriores derivados de la performance o de la violación, como queráis verlo. Sus obras posteriores se centran en su presencia y su cuerpo; hoy día, cuando protesta, lo hace en espacios artísticos y siempre es noticia. En el otro lado del mundo, otra artista hizo un trabajo duracional llevando una carga en el verano del 2016. Katrin Nenasheva cargó con la cama entera, menos el colchón, en espacios públicos de San Petersburgo durante 21 días. La intención del trabajo fue llamar la atención pública sobre la penosa situación en los orfanatos del país y la aplicación de psiquiatría punitiva. Un artículo de The Guardian sobre la acción de la artista incluyó datos que apoyan la apreciación de la situación que hace Nenahseva con datos y citas de profesionales del campo. Por otra parte, cabe mencionar que la acción Segregación de Petr Pavlensky, en 2014, llamaba la atención sobre el uso político de la psiquiatría que se continua haciendo en Rusia. En Na–kazanie (Castigo), el trabajo de Nenasheva, la duración fue determinada por el número de días que se envía a instituciones psiquiátricas “correccionales” a los niños de los orfanatos diagnosticados con “discapacidad mental”. Nenasheva señalaba que el diagnóstico, que se aplica frecuentemente como un castigo y sin motivos objetivos, continúa afectando a estos jóvenes durante el resto de sus vidas. En algunas ocasiones, la artista colaboró con Dmitry Zhdanov, un activista discapacitado. Zhdanov, quien había vivido en un orfanato, quedó confinado en una silla de ruedas tras saltar de la quinta planta de un edificio, desesperado por la situación de hermano, también residente en un orfanato: había sido apaleado por antiguos pupilos del lugar. La causa criminal no prosperó debido a dificultades administrativas. Nenasheva llevaba a Zhdanov en la silla de ruedas, en brazos, cambiaba sus vendas. En diferentes días, ejecutó una serie de acciones en las calles basadas en los castigos acostumbrados en los orfanatos: fregó el suelo de una plaza pública; hizo flexiones con la cama encima; permaneció sobre un sólo pie; pasó un día pinchándose las plantas de los pies con agujas (uno de los métodos para reducir la movilidad de los niños); se ató a la cama, castigo típico en instituciones psiquiátricas estatales. Fotos: archivo de la artista Oficiales del Centro E (Centro para la Prevención de Extremismo) visitaron la habitación de la artista en su residencia del Instituto Literario Gorky, donde estudiaba en aquel momento, pero no la encontraron allí. Considerando el trabajo de estas dos artistas, podríamos volver a aquello que Jerry Salz importó desde los campos de filosofía y sociología al campo artístico, la “vulnerabilidad radical”. Emma utiliza su propia vulnerabilidad vulnerada, haciéndola pública en un esfuerzo que muchos han considerado valiente, entendiéndolo como encaminado a conseguir el bienestar de un grupo, las mujeres. Nenasheva lleva en sus brazos y en su espalda la vulnerabilidad de otros, los más desprotegidos de la sociedad, con el deseo de que la sociedad los proteja o al menos se fije. Es su colaborador el que aporta la vulnerabilidad con su presencia. No doy importancia a la distribución de papeles en este trabajo –que sea una mujer la que cargue con un hombre: es una artista que carga a una persona– pero el esfuerzo se ve acentuado por ser una joven la que carga, como un San Cristóbal femenino o, más bien, como un Atlas que carga con el peso de lo que nosotros, que somos el mundo, somos culpables. Si los dos trabajos anteriores funcionan con el mecanismo de la vulnerabilidad propia y ajena, el de María José Machado contrapone la vulnerabilidad a un trabajo físico continuo para obtener y mantener la fuerza física necesaria para ejecutar la performance. El acto de cargar tiene presencia en varios de los trabajos de esta artista; uno de ellos, Ernesto, de la serie Advocaciones, se menciona en el texto de introducción de este blog. En él, Machado carga con un cargador de uno de los mercados de su ciudad (Cuenca, Ecuador). Comentando el origen de este trabajo, del 2015, la artista me habló de los cargadores como los trabajadores que están en el escalón más bajo de la jerarquía del mercado, ya un pequeño mundo situado entre los estratos más bajos de la sociedad cuencana. Según recuerdo, dijo: “¿Quién va a cargar al cargador? Le ha cargado su madre, como a todos, y el resto de su vida, él carga para los demás.” Las acciones dicen más que las palabras: Machado carga con el cargador, y no sólo para la foto. En el proceso, hablan entre ellos, bajito, ya que boca y oreja se encuentran muy cerca. Es una situación de inusitada intimidad, sobre todo si se tienen en cuenta las pocas interacciones de personas de clases sociales diferentes que existen en la ciudad. La vulnerabilidad es de él, pero es una vulnerabilidad que se nos hace evidente por la acción de la artista, porque nadie suele pensar en la vulnerabilidad de quien carga como profesión. Su vulnerabilidad es invisible, es algo dado a la vez que ignorado, y se debe a su profesión y estatus. La dimensión humana del este trabajo de Machado es patente; la política es más sutil. Pero está allí, visible a través de un acto que traslada una disciplina física al campo artístico. En el texto que habla del trabajo en su web, Machado habla de resistencia, de “la resistencia corporal” a la que están sujetos, y de explotación. Fotos de la web de la artista En otra acción, también del 2015, María José Machado carga con una lápida funeraria. El origen del trabajo fue una noticia de 1966 que contaba la historia de una mexicana. Al morir su hijo pequeño, la mujer tuvo que irse del hospital a una funeraria para encargar el ataúd, y pedir dinero para hacerlo. Entre la ayuda de desconocidos y la rebaja del artesano, consiguió un pequeño ataúd, el más sencillo, y lo cargó los nueve kilómetros de vuelta a su casa. En la acción, ejecutada en el barrio de funerarias de Quito, Machado carga con una lápida de mármol de peso equivalente hasta andar la misma distancia. En su caso, caminando en una ruta circular por las calles. Aunque fue invitada a hacer una acción para un evento parte de una programación de performances y dentro de un espacio de arte que se ubicaba en el barrio (La Multinacional), Machado sale fuera del recinto que albergaba las acciones de los otros artistas, el público del evento, la cerveza y la música. Elige la calle, dónde el público que observa la acción, que dura varias horas, es el del barrio: los trabajadores, las familias que necesitan enterrar a su muerto, el gorrilla aparcacoches, los que regentan una tiendecita de bebidas, chuches y periódicos, y sus clientes. Marca las rondas con tiza en la acera, para llevar la cuenta de la distancia. Como única explicación y en su última ronda, distribuye unas fotocopias de la noticia del periódico viejo que dio origen al trabajo. Y ellos, los habitantes y trabajadores del barrio, piensan. Llaman la atención los unos a los otros sobre la acción de esta mujer joven de aspecto delicado, hablan entre ellos, discuten sobre el significado de lo que hace, intentan comprender. Sin haber oído nunca del arte de acción, acaban por comprender lo que hace. Y también la importancia de su acto. Machado enmarca su trabajo claramente dentro de la institución arte, pero no lo hace sólo para los agentes artísticos, los compañeros artistas, o la crítica. En estos trabajos, utiliza su práctica artística y su entrenamiento físico para llevar las cargas de la sociedad en la que vive. El nombre de la acción es Piedad. El trabajo de Machado que más directamente nos remite a la Pietà, una derivación un tanto evidente del trabajo de cargar ejecutado por una mujer, es una foto-acción que, una vez más, lleva el mismo nombre, Piedad. Fue realizada en colaboración con Julio Mosquera Vallejo, y pertenece a la serie Tus plumas ya no me excitan. La fotografía de Blasco Moscoso es una bella imagen, pero la artista enfatiza la importancia de la técnica empleada en la realización de la acción, que describe así: levantamiento de peso muerto (165 libras) en front squat (sentadilla frontal con peso). Aunque quizás sea inevitable que se me intuya un mayor aprecio por algunos trabajos que por otros, la cosa no va de poner “megustas”, sino de intentar reflexionar. El sexo, la religión y la política son los tres temas “prohibidos” de conversación en las reuniones sociales en los que se pretende evitar polémicas. No es de sorprender que sean las cargas naturales de los trabajos de acción de muchxs artistxs. Rizando el rizo, el sexo como religión, la religión como deporte, el deporte como arte. Cargamos con todas estas cosas, y muchas más, a través de nuestras vidas. Las dos líneas de trabajo en las que ha ahondado Machado son la religión, tal y como opera en la sociedad cuencana, en la que tiene una importancia mayor de la habitual en Ecuador, y el entrenamiento físico. En la última Piedad citada, y digo la última porque los tres trabajos lo son, las dos líneas se mezclan, y esta mezcla me es cercana. Los trabajos de Sulkowicz posteriores al reseñado muestran que ha continuado trabajando exclusivamente con el tema de las relaciones sexuales y el poder, como vehículo de sus acciones y como foco de su activismo. No creo necesario incluir referencias específicas, introducir su nombre en Google proporcionará ejemplos de sobra. Nenasheva trabajó para dos ONGs que dan apoyó a los niños huérfanos con dificultades de aprendizaje. A primera vista, su trabajo se encuadra en el activismo pero, aunque aún breve, su trayectoria se dirige claramente hacía el ámbito artístico. La imagen de María Magdalena y las promesas religiosas son inevitables en relación con algunas de las fotos de sus acciones, pero más allá del activismo, de llamar la atención a lo que ocurre alrededor nuestro, esas acciones son una forma de pensar. Es lo que he pretendido con este texto. HOMBRÍA DE PIOTR Fernando Baena Vas en estos tiempos tristes por el mundo con la mirada punzante y clara de un hidalgo y la gallardía de un fantasma reencarnado que saliera al tablero a deshacer entuertos, vencer gigantes o tomar de nuevo la Bastilla. Pero no eres otro idiota ruso iluminado ni es fervor de religión lo que te impulsa a envolverte en espinas como un Cristo, a mutilar tu cuerpo y clausurar tu boca con diez cornadas elocuentes y certeras. Ni eres otro Aguirre de feroz hombría, caballo de guerra de amazónica locura que se rebela contra el rey y quema su torre, sino un hombre clavado en mitad del puente, peón pisoteado por los elefantes del amo, asno que mantiene su verdad tozudamente y, pues la fuerza de la dama le sostiene, arropa su presencia en tiempo y piedra, sigue mirando al frente y no se mueve. BURROS José Luis Corazón Ardura Imágenes de burros pertenecientes a la Biblioteca Nacional. Audio: fragmento de El trabajador de Ernst Jünger. HOMBRE PERFECTO EN TRIPALIM Fernando Baena La palabra «trabajo» deriva del latín tripalium, que era una herramienta parecida a un cepo con tres puntas o pies que se usaba inicialmente para sujetar caballos o bueyes y así poder herrarlos. También se usaba como instrumento de tortura para castigar esclavos o reos. De ahí que tripaliare significa ‘tortura’, ‘atormentar’, ‘causar dolor’. 23 Aparecida en el siglo XII, según Alain Rey, la palabra «trabajo» es un deverbal de “trabajar”, proveniente del latín popular tripalliare, que significa ‘atormentar, torturar con el tripallium’. En el siglo XII, la palabra designa también un tormento psicológico o un sufrimiento físico. (de la wiki) QUÉ SENTIDO TIENE HACER EL BURRO Emilio Jurado Cuando el compromiso material resulta vacío se busca refugio en el mundo interior. (Richard Sennett) Solo debería haber ideas en las cosas William Carlos Williams Hacer el burro es llevar una carga antinatural, es arrastrar, mover, empujar, transportar, movilizar, cambiar el escenario estático de lo dado al fin. En este sentido, el arte y la ciencia hacen el burro cuando intentan modificar las condiciones relevantes de lo conocido. La actividad artística se mueve con total armonía en este planteamiento de frontalidad que tiene por objeto arrumbar lo dado y dar paso a lo desconocido empeñándose en encontrar si no la verdad, al menos la verosimilitud. Y para ello, burros y artistas requieren de la complicidad mutua. El burro hace realidad el sueño de la multiplicación de la potencia transformadora de un ser dada su capacidad de carga y de entrega. Su sola presencia produce cambios. La producción artística pone en marcha un proceso inverso, primero expone un mundo transformado y luego realiza un esfuerzo cerril para convocar la convicción necesaria para que su aportación sea admitida al conjunto de las nuevas realidades. El artista y el burro se encuentran en una equidistancia física (que no moral) del lugar en donde se suceden los acontecimientos. Por ello cuanto más se acercan uno y otro a ese núcleo caliente de la actividad transformadora, más se asemejan, más comparten, se entienden mejor. Un burro paciendo es como un artista de vacaciones en un crucero, no provocan más que ternura. Un burro cargando y trepando por una ladera empinada emite una luz similar a la de los ojos encendidos de un artista en el taller. El burro es la primera herramienta polivalente conocida. El conocimiento pre-científico había establecido la necesidad de desarrollar útiles para avanzar, cosas pequeñas con las que pudieran movilizarse grandes cambios de escena. Los primeros útiles y herramientas nacen en un contexto de extraordinaria pobreza, solo sirven para una cosa, o varias pero alineadas en la misma cadena de objetivos: golpear, enroscar, taladrar o unir. Su escasa versatilidad limita su aplicación a realizaciones selectivas y ejecutadas en un escenario de cercanía. Puedes utilizar una herramienta para hacer esto y solo esto, y hacerlo aquí. El asno aparece y desbarata la pusilanimidad en las expectativas de cambio. La dimensión del mismo por efecto del conjunto de realizaciones que pueden asociarse al burro adquiere un efecto revolucionario en los sueños por transformar el mundo. Si el verbo vino y se hizo carne, el burro vino y se hizo energía. Y desde ese momento sabemos que el mundo no lo cambian los discursos, sino la aplicación de ciertos recursos. En palabras de Darwin, los homínidos producen herramientas, los humanos cultura. Y el arte (y la ciencia) promueve adoptar las competencias del burro, sabedores de que en todo organismo las dotes físicas son un punto de partida, no un fin para de este modo alimentar su anhelo de intercambio en la relación de las personas con el mundo. El burro enseña que vencer dificultades no está prefijado, sino posibilitado por una querencia. Lo que diferencia el sentido y aplicabilidad de toda herramienta, sea asnal, sea cabal, es el proceso de toma de decisión que se encuentra en el inicio del mismo. El decisor importa al margen de la trascendencia que su propuesta implique. El animal que se esconde en la piel del burro apenas participa en la decisión de mover esta o esa carga. El científico tozudo y el artista obsesionado, sí. De sus preferencias o de sus aspiraciones depende el sentido y la aplicación del método de trabajo subsiguiente, que no es indiferente, pues el uso de la mano, por ejemplo, implica hasta cuatro fases que explican el paso de la prensión manual a la aprehensión intelectiva o lectura del hecho de coger, sujetar o mover un objeto con la mano (Raymond Tallis: 1-reconocimiento previo de la forma 2- contacto y lectura sensitiva 3- reconocimiento y 4-reflexión). Y el juego mano ojo a la superación continua de estados de concentración que desembocan en el virtuosismo que el sicólogo del trabajo Levitin estima en al menos 10.000 horas de repeticiones continuadas. Repeticiones perfectamente establecidas, descritas y reconocibles mediante una simbología objetiva. Por qué algunos artistas y otros trabajadores ensalzan la herramienta burro frente a otras alternativas es cuestión que solo aplica al usuario, obviamente es una elección. Desde una óptica ajena, que no objetiva, solo cabe leer tal actitud en clave de fertilidad de esta opción. Si tu mano te escandaliza, arráncatela, parece que se dicen entre si algunos de los artistas que rechazan la mano como guía de su acción y extraen mayor rendimiento de su capacidad de esfuerzo y sobrecarga. Piensan como Merleau Ponty que el compromiso se da de dos maneras, como decisión, pero también como obligación. ¿Es esto un hecho masoquista? ¿es la búsqueda de la redención lo que se persigue con tanto sufrimiento? No estoy seguro, pero creo que no, creo que agarrarse a la cola del burro sirve para salir del cenagal y de la angustia ante la miseria y la podredumbre que ciega caminos conocidos, intuidos o cartografiados. La ciencia cree saber adónde vamos y el arte parece negarse a llegar allí si no se produce en el ínterin una modulación o la radical transformación de las sendas habilitadas ¿Por qué? porque por ese camino no se ve el mar. El burro, dotado de tracción a las cuatro patas, es idóneo para la exploración del territorio desconocido pero desde el que pueda olerse la primavera. Su ritmo de trabajo ajustado al compás de la naturaleza tiene el diapasón de la música que emite la explosión de conocimiento tácito que subyace en las obras de arte. EL RONZAL II Anna Gimein A pesar de las imágenes terribles que nos llegan a diario sobre la situación de los refugiados en Europa, especialmente durante los meses de invierno, los gobiernos nacionales y locales de los países europeos utilizan esta situación para pintar un autorretrato favorable. Estos días, estoy pensando en una acción privada y no artística, un pequeño castigo para mí misma: escribir cien veces “No hablaras mal del país de al lado”. Mientras tanto, diré que llevo más de dos décadas viviendo al ladito de Francia. Durante siglos, Francia ha sido el lugar de origen y exportación de productos de cultura y de lujo al resto del mundo. La marca Francia ha sido construida a base de la haute couture, la haute cuisine, las eau de todo, el pensamiento ilustrado y la liberté. El resto de lo que ha vendido Francia durante siglos también lo tenemos a este lado sur de la frontera –los vinos y los quesos, y a mejor precio. Al tiempo que una significativa parte del vino francés se hace de uvas españolas, porque se vende más que se puede producir, cada año los granjeros francés se enfrentan al comercio internacional bloqueando las carreteras y tirando por los suelos los productos agrícolas importados desde España. Y no es de extrañar que quieran que su gobierno los proteja de la invasión desde el sur de tomates y pimientos. No digo que Francia no haya merecido sus alturas. Pero cada país es la suma de dos extremos, las cumbres y las lagunas, los logros y las miserias. Y no es de extrañar que el país esté cansado de promocionarse como el líder de la alta cultura y del alto pensamiento. Cansado de tratar de mantenerse a la altura ante la avalancha de personas de otras partes. Francia está quemada. Habiendo comenzado por pensar en Proust y los perfumes, y caído hasta los pimientos y los pepinos, pasamos ahora a las pinturas y las performances. We Dream Under the Same Sky (Soñamos bajo el mismo cielo), una exposición realizada en el Palais de Tokyo en el verano del 2017, mostró obras donadas por artistas de renombre que, tras el adecuado número de cócteles, serían vendidas “con la expertise de Christie’s” con el fin de recaudar fondos para ONGs que proporcionan asistencia a los refugiados en Francia. Este mes, la ministra de cultura Françoise Nyssen asiste orgullosa a una nueva exposición a la que su ministerio da cobijo en el Palais Royal, y se fotografía con artistas exiliados y refugiados en Francia cuyas obras se muestran. Afirma que “En Francia, la cultura no conoce fronteras”. L@s artistas que exponen son asistidos por una nueva agencia sin ánimo de lucro, Agency for Artists in Exile, y su directora, Judith Depaule, explica a los medios que Francia siempre ha sido un santuario para artistas y poetas oprimidos políticamente. Supongo que se refiere a los reprimidos políticamente en su lugar de origen, porque la historia de Francia cuanta con una colección nutrida de artistas y poetas reprimidos dentro de sus fronteras. Si dejamos de soñar, quizás podamos divisar que por loables que sean estas declaraciones de intenciones y esfuerzos, los refugiados que merecen estudios y exposiciones son artistas, más atractivos para los países de acogida que los refugiados comunes. Esto siempre ha sido así. Durante la Segunda Guerra Mundial, aquellos desplazados que podían afirmar que eran profesionales altamente cualificados en sus campos, científicos, artistas o literatos de renombre, encontraban un lugar en los corazones de países como Reino Unido, Estados Unidos o los países latinoamericanos con mucho mayor facilidad y rapidez que otros mortales igual de desplazados. En los años 70, países como Canadá aceptaban refugiados de Europa del Este sólo si contaban con formación profesional y buena salud. Pero incluso entre estos refugiados “más aprovechables”, la naturaleza de sus labores artísticas también importa a los amables anfitriones. Así, artistas que se hicieron conocidos y fueron perseguidos en sus países de origen por obras que reivindican los derechos de las mujeres (un tema que hoy en día es apetecible al paladar de las instituciones públicas progresistas), o denuncian las malas condiciones de los lugares de los que proceden, son invitados a exponer en el Palais Royal, al tiempo que otros artistas exiliados en la misma Francia son invitados al Palais de Justice tras meses de prisión preventiva sin ningún adelanto en sus casos. En 2017, Francia concedió asilo político en un tiempo récord al artista ruso Petr Pavlensky. Si, él y su familia recibieron asilo político con más rapidez que algunos de l@s artistas que exponen en el Palais Royal. Permítanme que dude de que esta rapidez fuera debida a otra cosa que a la esperanza de que Pavlensky continuara haciendo patentes los males de Rusia (que son muchos y grandes). Lo dudo porque el hecho de que el artista comenzara a hacer patentes los males de Francia es lo que le ha llevado directamente a Fleury-Mérogis, la prisión más grande de Europa. Según comprobaron Pavlensky y su compañera, quien también fue detenida, la prisión está llena de personas no francesas en la misma situación de larga prisión provisional. Mientras, y por segunda vez en menos de un año, los guardias de las prisiones de todo el país protestan por sus condiciones de trabajo quemando llantas delante de sus lugares de trabajo, con los antidisturbios rociándoles con gas lacrimógeno. Estas condiciones de trabajo son determinadas por la política y las finanzas. Pavlensky es un artista terco. Si le dieran a elegir, es muy posible que eligiera estar en prisión antes que en la exposición del Palais Royal. Porque lo que denuncia en sus acciones no es la maldad de un dirigente o un gobierno, sino la represión perpetrada a todos los niveles, y la aceptación de ello por parte de la sociedad. Lo que no eligió, y por lo que ahora protesta con la huelga de hambre seca, son los procedimientos judiciales a puerta cerrada, las entradas a escondidas bajo órdenes de las autoridades en el Palace de Justice y el consiguiente silencio de los medios. Pavlensky no es un artista manso. Cuando pienso en él, suele venirme a la cabeza una canción de otro ruso, Vysotsky, un bardo a quién Paris le dio la bienvenida en los años 70. La canción se llama Caza de lobos, y se canta desde la perspectiva de uno de ellos._HhW La respuesta del despacho de la ministra de cultura a una carta por parte de la editora del libro El caso Pavlensky es de lo más cortés y formal, y afirma que es al Ministerio de Justicia a quien corresponde ocuparse de su caso. Y se comprende. Pavlensky es claramente un artista exiliado que no le conviene a nadie. No es un artista de la variedad de jardín, como se dice en inglés. No aceptó ninguno de los bienes materiales que le correspondían por el estatus de asilado político en Francia, como no aceptará invitaciones a realizar acciones en el jardín de ningún palacio. No aceptará un ronzal. Los medios internacionales, siempre ansiosos de publicar fotos de sus acciones mientras las hacía en Rusia, han perdido el interés. Hace unas semanas, un medio galardonado con recientes y relucientes premios internacionales me ofrecía publicar las cartas de Pavlensky desde la prisión, una historia con fotos, vídeos y todas las formas posibles de decorar una noticia. Pero el hecho de que las cartas fueran escritas desde una prisión francesa mereció la siguiente respuesta: “que su historia ya no sea sobre Rusia y realmente sea sobre Francia probablemente es un problema insalvable para nosotros”. Es perfectamente comprensible que un medio que se centra específicamente en temas relacionadas con Rusia y países de la Europa del Este encuentre insalvable el hecho de que el último año y medio de la vida y del trabajo del artista tuviese lugar en Francia. Es desafortunado que, al parecer, los demás medios, sean generales o específicamente artísticos, también encuentren que este hecho es un problema insalvable a la hora de informar sobre ello. Quizás se imaginan que a la ministra de cultura de Francia no le gustará. Tampoco le gustará a la ministra de la justicia. ¿Qué es lo que ha hecho este artista feroz? Primero, negarse a jugar, reusando las ayudas que le correspondían. Y luego, incendiar las ventanas del Banco de Francia, para dar luz al hecho de que el Banco de Francia es el poder que manda, que el Banco de Francia ha reemplazado a La Bastilla no sólo en su lugar físico. Si os preguntáis por qué hace Pavlensky estas cosas, os lo resumo en cinco palabras: para que no seamos asnos, en el mal sentido de la palabra. Porque los mansos no heredarán la tierra. CONVERSACIONES POR CHAT DE A Y D Andrés Senra Sin fecha. (D) Levantarse, obedecer, ir al banco, obedecer, pagar al casero, obedecer, cobrar el paro, obedecer, pedir una subvención, obedecer, pagar la luz, obedecer, no colgar twits que critiquen a las instituciones del Estado, obedecer, culpar a los terroristas, obedecer, mirar Facebook, obedecer. (A) Este mes voy a poner la calefacción solo por la tarde, a partir de las ocho, el resto del día puedo ponerme una manta. (D) El comisario ha cobrado. (A) Justificar las facturas de la subvención, obedecer. (D) Si dices tres veces sumisión delante de un espejo, dejarás de ser precario. (A)Qué alegría ser sumiso. Lo digo en serio. Tu vida es más fácil. No tendrás problemas. Hubo una época que fui insumiso al Estado, al Servicio Militar Obligatorio, y acabé en la cárcel por desobedecer. (D) Mejor no acumulo muchas cosas. Un colchón, una silla, unas ramas. Puedo andar con ellas por el mundo, como un caracol. No tengo casa, no quiero tener casa. (A) Creo que empezaría tu biografía así: D ha desobedecido. Tiró su casa por la ventana, literalmente. Hace años de eso. Se fue a Berlín. Se fue a Méjico, se fue a LA. Ahora está en Honduras. 21/08/2017 (D) ey kerido amigo!!! ke tengo feisbu ke tal estas ? yo exiliadisimo en Mexiko muchos besos y abrazos (A) Hola corasón. Estoy tirado y tirada. ¿Estás en México o en Lima limón? (D) Estoy en Df (A) Lo más (D) No komo komo una lima. Tengo problema de infra-peso. (A) ¿Bebes leche de coco? (D) Estoy peladisima pues. La krema de koko es buenisima para lavarse los dientes. El mejor bactericida. (A) Ké kaka. (D) ademas la pasta standard debido a la presencia de fluoruros... (A) Y para ponerse moreno. (D) ...blokea la glandula pineal, no puede ser!!! (A) Yo esa la tengo fatal y las otras también. ¿Te gusta DF? (D) me gusta, pero no lo estoy pasando bien, demasiados disgustos a los ke sobreponerme (A) Oye. (D) oigo (A) ¿Y no has probado a tomar inhibidores de la recaptación de la serotonina, tipo Prozac? Yo, desde que los he descubierto, voy hasta las cejas. Todo me da igual. Las desgracias me parecen fiestas. (D) ke bien..... Sí, a mi no se me da mal sobreponerme (A) Es el mejor invento del siglo XX. (D) gracias por el konsejo (A) No, sin mi Prozac. (D) pero ademas necesito soluciones praktikas a asuntos komo donde pasar la noche, en principio (A) Eso es importante. (D) a mi no me importa dormir en la kalle (A) DF es un poco too much para la calle. (D) komo hacia en Berlin kuando me dehauciaron, pero aki es una jodienda (A) Por eso, Berlín sí, pero ahí no lo veo. (D) tengo algunos trukos para estar protegido komo dormir en lokutorios. (A) Yo solo podría si en la calle me dieran Prozac. (D) No tengo dinero. (A) ¿Cuándo lo has tenido? (D) ¿Aquí lo venderán sin receta? (A) Seguro. (D) ke bueno leerte!!! ke alegria! dame tu mail. y te mando una entrevista ke me han hecho hace poko ke esta linda.. (A) Pero hay que tomoarlo 6 meses seguidos todos los días y te empieza a hacer efecto a partir del día 15, pero no te consigue una cama. Mi mail: [email protected] Miss you :( (D) Y yo. (A) Si te ves muy tirado, vuelve a Europa... Qué tontería te acabo de decir. (D) en ke andas metido ultimamente? kuando nos veremos? ke va!!! me fui para no volver. en 2 semanas me voy pa California a hacer una pelis y mas kosas. (A) Pues estoy trabajando para comer y estoy haciendo cosas, me ha dado por los neones, como los artistas de los 70. (D) te mando la entrevista al mail (A) California es lo más. (D) ke rekomiendas??? (A) Sube a los States. (D) Todo, no? (A) Mira... Todo. (D) ire a Nueva York Tambien alli esta MK La konoces? la gallega (A) No. ¿Sabes dónde se vive bastante bien? Y es bastante alternativo random. Es bastante seguro para dormir en la calle. (D) dime (A) Portland, Oregon. (D) no jodas????? Voy a Portland. Primero a California y luego a Oregón y después a Narizona. (A) Hay un sitio que los vecinos dejan la comida para los homeless. Ya te diré cual. Comida del primer mundo, o sea basura de blancos. (D) buenisimo!!!!! gracias kari por el konsejo no sabía (A) Oye, el año que viene vuelvo a New York, tengo visa por 10 años, pero en la frontera están muy pesados, a ver qué pasa. Podríamos coincidir. (D) por favor ademas kreo ke va tokando ke armemos algo no? (A) Pozí. M'encantaría. (D) Pues estemos en kontakto kontinuado de una vez. ke solo se vive una vez (A) Yo pienso vivir más veces. A ver cómo me las ingenio. (D) por supuesto, estoy leyendo un libro buenisimo ke habla de la prolongacion de la vida. te rekomiendo este doku, es purita medicinita komo el prozac 05/ 02/ 2018 (D) ey Andres, ke tal kari?, como va la vida??? (A) Va bene, y tú? Dónde estás? en LA? (D) yo bastante mejor ke la ultima vez ke hablamos yo en Guatemala, estuve en LA hacernos meses (A) Tenías que salir de México un poco, (D) estuve kon La (G). California me molo un montón, pero fue un desatre. (A) Me lo puedo imaginar. (D) no quee por culpa del lugar es una larga historia aki de puta madre me vine por tierra desde California 5700 km como de Madrid a China mira estoy aki (A) ¿Estás en el cielo de los cristianos? (D) si, estoy aki muy koncentrao, en mis kosas, puedo nadar a diario en el lago, estudiar paseando por las montañas, a finales de Marzo me voy a Mexico al desierto a ha-ser una peli y tu ke haces en L.A? (A) No, que te preguntaba si estabas en LA todavía. Yo estoy en Madrid, he vuelto de Berlín, viajo a New York en junio. Ay David, te noto muy bien. Cómo me alegro. (D) No. Estoy en Guatemala. (A) No nos estamos comunicando, pero bueno. Guatemala, lago, natación, sexy body, película.... ¿Margaritas? (D) Sin pétalos. Me deshojo a mí mismo mirando la Luna. No veas, ha sido luna llena y flipas muchísimo cuando sale entre los volkanes y se refleja en el lago. (A) Qué envidia. (D) Lo mejor es que he encontrado algo que no buscaba, PAZ. Además, con el valor añadido de la sorpresa. (A) Eso es el Prozac. Copy y Paste, Andrés Senra. 07/02/2018 EL RONZAL Anna Gimein Desde siempre, tengo una relación de amor-odio con los proverbios. El que voy a violentar ahora es mi favorito. Le quito el caballo, para ponerle un asno: you can lead an ass to water, but you can’t make him drink. De hecho, esto se me ocurrió hace años, la primera vez que lo aplique a la imposibilidad de obligar a un hombre a una relación física que él no deseaba. Sí, ocurre, yo sólo encontré uno en toda mi vida. Existen muchas formas de llevar a alguien al agua –en España sería al huerto–, la sutileza no siempre funciona. Las proverbiales zanahorias no siempre están a mano. Procuro tener terrones de azúcar, pero lo que se utiliza con frecuencia es algo que tiene muchos nombres. El más común de ellos es ronzal. Una búsqueda rápida en internet nos dirá que existen en muchos colores y se sirven en toda España. Por otra parte, gran parte de las definiciones de los diccionarios para esta palabra mencionan que el artilugio sirve para dos cosas: conducir y sujetar. Buena combinación de verbos para el intento de llevarle el asno al agua. Quizás deba decir que profeso un gran amor hacía los asnos. Pero estamos aquí para hablar de burros. Cualquiera que haya intentado hacer arte estará de acuerdo en que ser artista implica una continua lucha de resistencia a ser conducido y sujetado. De hecho, los verbos de acción antes citados resumen bastante bien la relación que el artista pueda tener con el mundo; es una guerra de desgaste. Intentan conducirnos mediante todo género de cosas: la educación, la formación, las tendencias, el mercado, los concursos, las convocatorias, los premios, curadores, críticas, agentes artísticos, los museos, las galerías. Más veces que no, nos conducen a las ferias, y las ferias, ya se sabe, son de ganado, de toda la vida. Nunca digas de este agua no beberé. ¿Nos sujetan? A saber, la educación, la formación, el mercado, las convocatorias, las ayudas, curadores, críticos. Sí. Los mismos métodos suelen valer tanto para conducir como para sujetar. No exponer, no escribir sobre, no apoyar económicamente ni premiar al que no pase por el aro funciona bastante bien para sujetar al artistilla que no trabaje con los contenidos, dentro de las formas o con los parámetros a los que una u otra feria de vanidades de prioridad en cualquier momento dado. Y si aun así el bicho se ha colado, también se puede censurar. Y de muchas maneras. Últimamente, la censura está pisando fuerte por el mundo. No, no se trata de un diseño maligno por decreto, sino de mucha letra pequeña en las bases de todas esos papeles, paneles, tribunales, jurados, mesas, conversaciones, talleres y laboratorios. Las bases no son fundamentos ni columnas de mármol, son las palabrejas que especifican lo que interesa a la institución de turno y, por consiguiente, lo que no. Hay que aceptar y cumplir. Pero este juego se ha jugado así desde siempre. Siempre ha sido un tira y afloja, en hacer lo que quieres tú pero también hacer lo que quiero yo, aunque sea a escondidas, aunque sea con disimulo. En, a veces, pasar por el aro, y otras, salir por peteneras. Con equipos nacionales e internacionales, ganadores y perdedores. Los momentos y los lugares de los regímenes más totalitarios son los que más resistencia suelen crear. Quizás por ello estamos bastante inundados de arte político, declarada o disimuladamente, bueno y malo, y hasta indiferente y comestible, digestivo o indigesto. Arte político de calle, de museo, de salón, y hasta de feria. Es natural y, por feroz y silvestre que sea, hay que proteger la naturaleza. Sobre todo, si se va poder explotar. Resistencia es una de las palabras que se ve frecuentemente en el feed de mi Facebook. Por cierto, en el inglés pre-redes sociales, feed era una forma genérica de cuatro letras –una proverbial four-letter word– para referirse a la comida de los animales, puercos y pollos. Feed, fodder, forrage, todas palabras muy interesantes que se aplican a diferentes contextos. Fodder para la producción artística, forrage para lo que hacemos para sobrevivir. La resistencia también se ejerce en diferentes contextos. No debe sorprender. Cualquiera que no viva con los ojos y las orejas tapadas necesita resistir desde el café de la mañana hasta colocarse la mascarilla de dormir. No es porque nuestros sentidos se hayan agudizado hasta igualar a los de los animales, salvajes o domésticos, sino porque nuestro mundo –nosotros mismos– nos está gritando cada vez más fuerte; nos estamos susurrando cada vez con más insistencia. No hay madriguera donde esconderse. Susurramos cada vez más empalagosamente, gritamos cada vez más fuerte, como aquel alboroto ensordecedor que levantan las bandadas de pájaros que se congregan en el mismo lugar. Los del mismo bando decimos lo mismo. A veces lo bueno, pero lo mismo. En el mundillo artístico del final de la era soviética había un dicho sobre los escultores. Se decía que los escultores son como los perros, que todo lo entienden, pero nada dicen. Se conoce que el escultor soviético era una variedad especialmente silenciosa. Quizás por eso, a mis familiares no les pareció extraño mi entonces novio español – era en su época de escultor. Supusieron que aun sin la barrera idiomática, mantendría un silencio interesante. Los escultores, performers, accionistas y otras bestias de la granja artística tenemos una opción. Por muchas verdades y tonterías que digamos, como los demás humanos de la especie, también podemos hacerlas. Sin palabras. Por sujetados y conducidos que nos encontremos, por emocionante que sea cantar en coro en la insoportable levedad del ser, algunos, a veces, podemos hacer una cosita y quedarnos allí de pie, solos, mientras se quema el mundo, sólo un poco. Resistir la presión del aire antes de que llegue todo lo demás, los aplausos, la policía, el éxito o el fracaso, un huracán cualquiera. El silencio. ¿Has escuchado últimamente el rebuzno de un burro? Es difícil de soportar. Es difícil unirse a él. Los sentidos del burro y su rebuzno son los que hacen que se le haya empleado para avisar de la presencia del lobo.
No es fácil ser burro. Pero en última instancia, me conduzco yo y me sujeto yo. Si, puede ser un corolario a la acción de Llavata que se cita en este blog, Pa´ burro yo. Para ama, también yo. Ya hablaremos de otros verbos interesantes: explotar, dominar, subyugar, someter, humillar. Y ceder, resignarse, resistir. Todo lo que hacemos a los animales, lo hacemos a los humanos. |